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La chispa adecuada

  • El Sevilla, aun con las obligadas rotaciones, tratará de aparcar el Jueves de Feria para explotar las urgencias valencianistas y relanzarse en la Liga

Un Valencia-Sevilla, como clásico del balompié español, siempre contendrá mucha química en su barriga. Más después de ese cabezazo de Mbia, hace dos años casi, que tanto escuece aún en la ciudad que riega el Turia. Por si no fuera bastante el picante, que lo era, la zozobra valencianista en la Liga -la misma competición que remató el pasado curso con 77 puntos- va a convertir esta tarde Mestalla en lo más parecido a un polvorín, valga el recurrente símil.

Valencia, el Valencia, apesta a pólvora. Gary Neville ya es historia en el señero club naranja. Y no de la mejor, precisamente. Los jóvenes seguidores sólo saben de su equipo en Segunda por lo que le cuentan los mayores. Pero la amenaza de un batacazo similar al de hace 30 años se cierne como una espesísima nube de gota fría sobre la ciudad levantina. Suman 34 puntos, afrontan esta jornada 32ª con un colchón de 6 puntos sobre el descenso aún. Pero la dinámica es inquietante, el club está patas arriba, desnortado, el equipo se cree hoy mucho peor de lo que es y encima tiene un aterrador calendario por delante.

Bajo ese guión de pleno suspense, comparece el Sevilla en esa tierra tan hostil. Será de esos partidos en los que el más necesitado puede salir sobreexcitado, con más revoluciones de las aconsejables. Ante esa febril actitud, si el que aguarda al otro lado del ring tiene varios frentes en los que dispersar su atención, como es el caso de este Sevilla y su Jueves de Feria, puede ocurrir que el hambre sentencie. Que el angustiado por las urgencias eche al enemigo del campo a empellones.

Pero también puede ocurrir que el menos necesitado explote la nerviosera del de enfrente para jugar con cabeza, parar, templar y mandar. Llega el Sevilla de un partido de altísimo voltaje en Bilbao, donde esgrimió sus tablas europeas para domar al león, y por qué no puede repetir su actuación hoy bajo otro escenario similar. Muy bien le valdría a la tropa de Unai Emery otro ejercicio de carácter y sapiencia para disipar esa mácula que tanto lo desluce en esta Liga como visitante. Porque el Sevilla no está tan necesitado como el Valencia, pero estarlo, lo está también.

El tropiezo ante la Real Sociedad del pasado domingo lo descabalgó de forma casi definitiva de la lucha por la cuarta plaza, pues el Villarreal disfruta de nueve puntos de ventaja sobre los sevillistas. Y el foco apunta hoy a esa quinta plaza que también encarecen Celta y Athletic. Los blancos tendrán que remar lo suyo para evitar esas incómodas eliminatorias previas de la Liga Europa en agosto. Los sevillistas quieren ese mes estival para las finales de las Supercopas.

Emery apela al discurso propio de su cargo y exige una atención plena a lo de esta tarde. Aparcar esa vuelta ante el Athletic Club y el goloso aspecto que vuelve a cobrar la competición fetiche del club de Nervión.

El entrenador vasco pregona una concentración absoluta y todo el respeto a un Valencia con mucha más plantilla que puntos. Pero del dicho al hecho, mediarán las rotaciones: hoy deben volver por decisión técnica Sergio Rico, Cristóforo, Konoplyanka, Llorente. Y si no lo hacen gente como Mariano o Reyes, es porque cumplen sanción por acumulación de amonestaciones.

Las bajas de Tremoulinas y Carriço por problemas físicos también impiden dar descanso a más actores pensando en el Jueves de Feria: Escudero debe ocupar hoy el lateral izquierdo, pero o Rami o Kolodziejczak, a los que no les vendría mal un descanso, van a tener que saltar hoy a Mestalla y de nuevo ante el Athletic en la vuelta.

Salgan quienes salgan de lado sevillista, la consigna es clara en un decorado de pólvora: se trata de hacer saltar la chispa adecuada.

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