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De crecidos y desbordados

  • N'Diaye, que debía equilibrar en la medular a un ofensivo Betis, se vio superado desde la expulsión de Juan Carlos M'Bia puso el control al juego del Sevilla dando mucha seguridad

Un partido que debía ganarse desde la batalla del centro del campo cambió por completo cuando el Betis se quedó en inferioridad numérica. A partir de ahí, sobre todo en la segunda parte, se abrieron los espacios y los pases en largo a la espalda de las defensas se convirtieron casi en la única opción de ataque. N'Diaye se vio entonces desbordado y desapareció; M'Bia se creció para dominar el encuentro desde el centro del campo tanto defensiva como ofensivamente.

El senegalés debía tener una función capital en un Betis que apostó claramente por el ataque de inicio para equilibrar al equipo y evitar las rápidas salidas del Sevilla. Amonestado de forma rigurosa en el minuto 5 por una mano, no se amilanó por ello -aunque bien pudo ver la segunda amarilla en alguna acción- a la hora de ir al cruce como pasó poco después en una acción con Alberto Moreno. Más suerte tuvo M'Bia, que, acto seguido, en una pugna con Jorge Molina en el área, pudo cometer penalti. Sin Rakitic en el campo, el camerunés tuvo que redoblar esfuerzos para hacer jugar a los suyos, sacando la pelota desde atrás ante el empuje inicial del cuadro local. Fue en esos instantes cuando dio un paso adelante, despejando los continuos acercamientos béticos, sobre todo por la derecha, por donde N'Diaye conectaba fácilmente con Juanfran, que metía la quinta velocidad para llegar hasta la línea de fondo. Al bético le sobra fuerza, como pudo verse en una acción en la que subió con el esférico controlado, la perdió e hizo la presión hasta llegar a Beto, que mandó fuera la pelota.

Sin embargo, todo cambió cuando el cuadro heliopolitano se quedó con un jugador menos sobre el césped. El Betis perdió el equilibrio que daba N'Diaye para que los de arriba (Rubén Castro, Jorge Molina, Vadillo y Baptistao) miraran a la portería contraria despreocupados y éste desapareció entre las dudas de dar un paso atrás o mantenerse en su sitio para que no se rompiese el equipo.

En ese momento, M'Bia surgió para hacerse con el mando del partido, mandando en el centro de campo. El cansancio y el golpe anímico que recibió el conjunto de Gabriel Humberto Calderón con el 0-1 y la expulsión dio un respiro al Sevilla, que empezó a dominar el balón y a jugar con más cabeza. El camerunés puso la pausa y el control que el Sevilla necesitaba en ese momento y a hacerse el dueño del choque.

Ninguno arriesgó más que lo justo. M'Bia (24/32 en pases), porque su equipo no demandaba eso; y N'Diaye (26/35) porque se veía tan solo que rápido buscaba a un amigo para pasarle el balón. Bastante tenía con frenar al rival. El senegalés acabó con siete recuperaciones, muchas fruto de una buena colocación cuando el Sevilla, con muchos espacios por delante, intentaba matar el encuentro. El sevillista logró el mismo número de intercepciones gracias a su colocación y a los pases interiores a la nada de un Betis desesperado que se encontraba continuamente con un muro atrás. M'Bia pudo redondear su buen partido con un buen pase entre líneas a Gameiro a los 10 minutos de la reanudación que Adán detuvo. Un remate forzado de cabeza en el 56' fue la única aparición del bético por el área rival, algo poco habitual en un jugador con suficiente fuerza romper desde el medio con la salida del balón, algo que no hizo nunca en un encuentro en el que se vio desbordado ante la duda: subir o bajar.

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