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"Aquí cuesta vender lo que no sea dar patadas a una pelotita"

  • El madrileño vuelve la semana que viene a Sevilla, donde debutó en el maratón, en busca de una plaza para los Europeos de Berlín, tras los que se retirará

  • Crítico con el dopaje, confía en Mo Farah, al que venció en 2006

Jesús España, junto a Abel Antón y Martín Fiz en la presentación del Maratón de Sevilla de la edición de 2016.

Jesús España, junto a Abel Antón y Martín Fiz en la presentación del Maratón de Sevilla de la edición de 2016. / josé ángel garcía

Siempre será el corredor que derrotó a Mo Farah en el Europeo de Gotemburgo y se colgó el oro, "un triunfo para el recuerdo", pero antes de colgar las zapatillas, camino de los 40 años, tiene entre ceja y ceja sacarse la espinita del maratón. La que le dejó su participación en Río y para ello tiene su mirada fija en los Europeos de Berlín. Eso sí, para estar allí todo pasa por el Maratón de Sevilla del próximo 25 de febrero.

-¿Cómo se encuentra?

-Estoy bien físicamente. Tengo unas molestias en la tibia, pero están bajo control. Queda aún tiempo y la preparación está hecha. Llegaré a Sevilla al 100%.

-Aquí debutó en el maratón.

-Son unos recuerdos imborrables de aquel 2016. Tuve unas sensaciones muy buenas y el año pasado volví como liebre hasta el medio maratón. Ahora afronto la distancia completa con la idea de lograr mi marca personal (2:11.58, conseguido en la capital andaluza) y ganarme la plaza para Berlín. Berlín pasa por Sevilla.

-El circuito invita a ser optimista.

-Evidentemente, cuanto más llano es mejor. El trazado es una maravilla y óptimo para mantener el ritmo. Además es precioso y particularmente me encanta desde el kilómetros 36 al pasar por el centro y entrar en la Cartuja, cuando el ambiente y el apoyo de los aficionados empuja al corredor. Es de los mejores de Europa y, personalmente, incluso lo disfruto.

-Camino de los 40 años, ¿cuál es su secreto para mantenerse en la élite?

-Simplemente que me gusta lo que hago. A mi edad hay que cuidarse y procuro tener una alimentación sana y descansar cuando tengo un objetivo. Y entrenarme con cabeza, porque el cuerpo te avisa cuando los volúmenes de trabajo son excesivos. Tengo pasión por lo que hago y cuento con un entrenador que planifica a la perfección cada paso. Además, mi mujer es fisioterapeuta y es la que termina de ponerme a punto.

-¿Mantener la ilusión es la clave?

-En cualquier ámbito de la vida si haces algo que te gusta, trabajas con más ganas.

-Usted viene del 5.000. ¿Cuándo sabe un atleta que es el momento de cambiar de distancia?

-Tuve una lesión grande en 2012 en el tendón de Aquiles y tuve que renunciar a Londres 2012. Fue un aviso. Quería seguir en el 5.000, pero me daba cuenta de que me sentía mejor en las sesiones largas y que la chispa necesaria en la pista ya no la tenía. No me motivaba seguir en una prueba en la que sólo podía decrecer y en la que ya no podía mejorar mis marcas.

-¿Fue el momento adecuado?

-Quizá me pasé tarde. De hecho sólo he podido correr dos maratones (Sevilla y Río en 2016), pero es una prueba que te obliga a sacrificios muy grandes. Si hubiese querido tener resultados a nivel mundial lo ideal hubiese sido hacerlo con 27 ó 28 años, pero entonces estaba bien en el 5.000 y me gusta mucho la pista. No poder estar en Londres 2012 me hizo recapacitar. Al final me pasé tarde, pero no lo cambio por nada porque obtuve resultados buenos en el 5.000. Mirar atrás, en cualquier caso, no sirve para nada. En atletismo sólo cuenta lo que tienes delante.

-¿Qué espina le queda clavada?

-La carrera en Río 2016. Llegaba muy bien preparado, pero ese día no me adapté a las condiciones (llovía e hizo más fresco de lo normal). No di lo que tenía y acabé frustrado, pero ahí está la grandeza y dureza del maratón y el atletismo. Puedes preparar una cita de la mejor de las maneras que al final en un día alcanzas la gloria o te quedas en el intento.

-¿Le da la gasolina para quitarse esa espina en Tokio 2020?

-Tengo claro que mi carrera de alto nivel acaba esta temporada. Correré en Sevilla y espero que en Berlín, donde colgaré las zapatillas. Después seguiré corriendo, claro, pero como aficionado.

-¿Y a partir del verano qué planes tiene entonces?

-Soy un privilegiado por haber podido vivir de esto, que no todo el mundo puede. Seguiré vinculado al atletismo. No sé de qué manera aún. También me formé en la gestión deportiva. Ahora mismo sólo pienso en Sevilla y Berlín, No pienso en nada más, aunque tengo muchos castillos en el aire pendientes de organizar.

-Con lo que está de moda el running y los pocos niños que corren.

-La vida de ahora es más sedentaria. Antes jugábamos en las calles, pero ya no hay sitio casi ni para eso. La clave para fomentarlo está en las escuelas deportivas e incluso en los colegios, en los que habría que incentivar la práctica deportiva como una asignatura más.

-¿Sin Bolt y con Mo Farah fuera de la pista, faltan referentes e iconos mundiales que atraigan la atención?

-Es cierto que dejan un vacío muy grande, pero siempre hay gente que viene por detrás. Siempre ha pasado en la historia. Hay tantas pruebas en el atletismo que seguro que saldrán nuevos iconos para tirar del carro. Si se sabe vender este deporte tiene tirón, pero en España, por ejemplo, cuesta vender cualquier cosa que no sea dar patadas a una pelotita y meterla en una portería. Falta cultura del deporte.

-Siempre podrá decir que batió a Mo Farah en una final.

-La verdad es que en pista pocos lo pueden decir. Es algo que con el tiempo voy valorando más por todo lo que él logró. Quedar campeón de Europa (Gotemburgo 2006) es una satisfacción enorme por el valor en sí mismo de lo que supuso, pero la verdad es que esa foto que tengo con Farah detrás se ha ido revalorizando. Cuando me retire siempre podré mirarla con orgullo. Con el tiempo le he dado más valor a ese triunfo. Era un Europeo de mucho nivel. En Barcelona 2010 Farah se tomó la revancha.

-¿Que piensa de que lo relacionen con el dopaje?

-Después de tantos años compitiendo tengo cierta amistad con él y confío en su limpieza por la regularidad de sus resultados en el tiempo y las charlas. Su entrenador sí que está investigado, pero creo que él logró sus éxitos de manera limpia. Lo extraño es cuando los atletas dan picos de formas raros, pero Farah ha estado una década entre los mejores siempre.

-¿El dopaje está matando al atletismo?

-La imagen que se da no es la real. La mayoría del atletismo está limpio, pues es uno de los deportes con más controles. Nada que ver con otros. Lo que sí habría que hacer es que a la gente que pillan los sancionaran a perpetuidad. Cualquier positivo hecho adrede, no por un Frenadolmal tomado, debería conllevar una sanción de por vida siempre, pero también sanciones económicas, porque hay quien gracias a las trampas gana dinero. Esa gente no quiere el deporte, sólo ganar dinero.

-¿Qué pueden hacer ante esto?

-Los atletas no podemos luchar solos. Los organizadores no pueden contratar a alguien señalado. Es duro ver que te gana alguien que se ha dopado. No es cuestión económica, es un tema de la emoción de subir al podio o de escuchar el himno de tu país. No puedo entender que alguien investigado pueda competir o que un atleta que haya cumplido con una sanción regrese como un héroe. Incluso hay quien vuelve a caer.

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