Messi y Guardiola se confirmaron en 2011 como el cóctel perfecto del fútbol actual, al gestar un nuevo ciclo de ensueño a base de títulos, innovaciones tácticas, recursos técnicos y abolición de récords.

Cinco títulos sobre seis posibles, un saldo positivo de los siete enfrentamientos con el Madrid y dos exhibiciones en las finales de la Champions y el Mundial de Clubes enaltecieron aún más las figuras de estos socios del éxito. Las cifras confirman la magnitud de la gestión del técnico: ha ganado 13 de 16 títulos posibles.

Con la renovación de la ambición como método, Guardiola volvió a demostrar que el juego de su Barça no responde a los arrestos de calidad de una generación futbolística única, sino que se sustenta en la capacidad de desacomodar cualquier planteamiento táctico rival. Además, a lo largo de 2011 sacó petróleo de apuestas como Mascherano de central o una línea de tres en defensa. "Con tanta calidad en el centro, la receta es sencilla: analizar al adversario, utilizar bien los espacios, cuidar el balón y hacerlo circular muy rápido", afirmó el entrenador azulgrana.

Messi, mientras, consolidó una vez más su condición de mejor jugador del mundo. Desequilibrante en todas las finales, se encamina hacia su tercer Balón de Oro consecutivo. "Messi está por encima de todos hoy en día. Es el quinto grande del fútbol", dijo Johan Cruyff, integrante del cuarteto de la fama del imaginario colectivo, junto a Maradona, Pelé y Di Stéfano. Lo cierto es que el argentino no hace más que pulverizar marcas y a sus 24 años suma 18 títulos en su carrera. Con esa edad Maradona había logrado cuatro y Cruyff, ocho.

Guardiola y Messi cerraron un nuevo año como los mejores en lo suyo. Posiblemente, la capacidad de cada uno como intérprete perfecto de las inquietudes del otro sea uno de los principales estamentos de un Barcelona que hace historia.