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Un desafío logístico sin precedentes

La final se jugará a cientos de kilómetros, pero Madrid afronta un reto logístico de proporciones gigantescas y sin precedentes. Entre 1.500 y 2.000 personas formarán un dispositivo especial de seguridad, movilidad y sanitario que estará encargado de que los incidentes sean mínimos en una ciudad que ya palpita desde hace días.

Y es que, más allá del aliciente de la eterna rivalidad, la final de Lisboa incluye muchos ingredientes que ofrecen a Madrid la oportunidad de lucirse -o fracasar- en un desafío descomunal que coincide con la jornada previa a las elecciones al Parlamento Europeo.

El partido fue calificado por las autoridades de "alto riesgo" a pesar de que no se disputa en la capital. Habrá agentes en los estadios, en las zonas preparadas para los festejos y también en el aeropuerto, donde llegará en la madrugada el equipo campeón. Después de que se desestimara la propuesta de juntar a las dos aficiones en la Plaza de Sol, los dos clubes abrirán las puertas de sus estadios para que miles de hinchas vean el partido en pantallas gigantes. Muchos otros se reunirán en casas o en bares para seguir lo que ocurra en el estadio Da Luz. Y cuando el árbitro pite el final, gane quien gane, una marabunta de personas colapsará las calles del centro para celebrar la primera, en el caso del Atlético, o la décima, si gana el Madrid.

Bien podría decirse que la final se jugará en 500 metros, los que separan la fuente de Cibeles de la de Neptuno. Cientos de policías ocuparán lugares cercanos a las dos plazas antes, durante y después del partido. El objetivo no es sólo prevenir incidentes. Los festejos en Madrid, a los que mucha gente acude bajo los efectos del alcohol, siempre registran peleas entre hinchas del mismo equipo y enfrentamientos contra la policía.

El dispositivo no sólo se lanzará en Madrid. La autopista que une la capital con Portugal, la A-5, es -salvo avión o tren- la única vía para llegar a Lisboa. Se espera un desplazamiento masivo: 70.000 personas viajarán a Lisboa, y menos de la mitad lo hará con una entrada en el bolsillo, el objeto más preciado estos días, casi igual que una habitación de hotel en Lisboa o sus alrededores. Tanto, que la policía espera que muchos aficionados que asistan a la final duerman después en localidades españolas cerca de la frontera.

Madrid respira estos días fútbol por los cuatro costados. Si siempre fue común ver a gente con ropa del Real, en los últimos meses la capital asistió a un fenómeno por el que se multiplicó el número de hinchas del Atlético. Los éxitos del equipo de Simeone hicieron que muchos aficionados que antes guardaban sus camisetas en el cajón las sacaran a relucir. Termine como termine la final en Lisboa, la fiesta está asegurada en una de las dos famosas fuentes del centro de Madrid, una ciudad que será tomada por policías e hinchas durante el partido más esperado del año en la capital.

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