Sorprender suele ser letal en el fútbol. Una carrera larga, un desmarque acertado, un regate decisivo, un fiero disparo a puerta... Muchas son las acciones que el talento individual pone en liza para que el juego se incline a un lado u otro. Pero, claro, éstas surgen con más asiduidad cuando los equipos se ordenan para ello e imprimen al juego el ritmo necesario en cada acción. Si los futbolistas, como los que ayer vistieron de verdiblanco, se muestran incapaces de meter una marcha de más que incomode al rival y, además, ninguno se encarga de habilitar espacios para que el balón no vaya de pie a pie, el resultado suele ser un fútbol plano y previsible y, en consecuencia, fácil de defender para el contrario.
Defensa
Dio el Betis la impresión de mostrarse más capaz de incomodar al Deportivo en campo adversario con el cambio de sistema en la segunda parte, más próximo al 4-2-3-1 ó 4-4-2 que al 4-3-3 inicial, que en los comienzos. Pero enseguida se vio obligado a dejar espacios en el mediocampo fruto de un gol encajado.
Así, los apuros fueron enormes y las carencias de Rivas ante una delantera muy dinámica afloraron al tiempo que los errores en el mediocampo, donde las pérdidas de balón y la escasez de fuerzas para recuperarlo acabaron por desquiciar al equipo que en sus inicios, a falta de ritmo, al menos había hallado el aplomo necesario para sentirse controlador del juego en las zonas muertas.
Ataque
Con un delantero centro como Pavone, sin ritmo ni velocidad para una competición como la española -la apuesta de Momparlet no está pudiendo ser más fallida y desafortunada-, el fútbol de ataque y el gol se hacen muy cuesta arriba. Sergio García está reñido con el juego y jamás lleva el balón a buen término y Emana parece empeñado en actuar bajo los parámetros de una peligrosísima displicencia, con lo que las vías hacia la puerta contraria se reducen a veces a un Damià al que cada vez le cuesta más sorprender.
Y es que el Betis, encima, jamás alternó su juego por las bandas. Usó la derecha hasta que la fundió y luego se hartó a buscar a Juanma a pie cambiado. Un desastre, todo muy a la mano, muy fácil de predecir.
Virtudes
La sensación de seguridad, aunque fugaz, ofrecida al inicio.
Talón de aquiles
La ausencia de un jugador con personalidad, que se salte los patrones establecidos.
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