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El gafe, en el día señalado

  • Una genialidad de Ibagaza fulmina al Madrid en el Bernabéu y prolonga a 15 años el mal fario copero · Moyà hizo de Casillas ante un aluvión ofensivo local

Las paradas de Moyà y una genialidad de Ibagaza fulminaron al mejor Madrid de la temporada, que brilló en su juego pero echó de menos su pegada letal para aumentar a quince años su mal fario copero.

El Real Madrid suspendió, una temporada más, su asignatura pendiente, la Copa del Rey. El equipo de Schuster fue víctima de su propia medicina. Se topó con un portero que emuló los milagros de Casillas y perdonó un arsenal de ocasiones para dejar de soñar con el triplete a las primeras de cambio.

Y eso que el conjunto madridista firmó uno de sus mejores partidos de la temporada, pero se topó con Gregorio Manzano, un técnico que tiene tomado el pulso a la competición del K.O. Soportó el vendaval de fútbol blanco de la primera mitad. No se descompuso pese a mostrar un Mallorca desconocido, miedoso, que apenas cruzó el mediocampo y mató en el momento clave.

El fútbol se abrió paso para hacer olvidar la polémica arbitral por el duelo dialéctico entre Manzano y Schuster. Presión, toque y esfuerzo máximo en cada balón hicieron al Real Madrid dominador del partido. Con la velocidad que impuso Guti, un Madrid de suplentes con hambre devoró al Mallorca. Acostumbrados en el Bernabéu a los milagros de Casillas y la pegada letal de Raúl y Van Nistelrooy, los aficionados no creían lo que veían. Dudek era un espectador más y Moyà tuvo que salvar hasta seis claras ocasiones y cuatro disparos lejanos. Una primera mitad aplastante sin premio.

La Copa daba la oportunidad a Drenthe y Saviola. Dos de los pocos habituales que dejaron detalles de calidad, pero el argentino falló ante Moyà y se fue lesionado. Y al desacierto de Saviola se sumó el de Higuaín. Manzano reaccionó en el descanso. Dio entrada a Ibagaza y el Mallorca aumentó su tiempo de posesión. El silencio del Bernabéu y el primer tiro a puerta de Jonás, en el 48, hacía recordar eliminaciones pasadas coperas.

El Madrid se encomendó a Van Nistelrooy primero, que prolongó el carrusel de fallos con un remate plácido a las manos de Moyà. Los nervios aumentaban con ocasiones como la marrada por Baptista. Los minutos pasaban y la máxima del fútbol planeaba el Bernabéu. Quien tanto perdona al final lo paga. Fue una contra por un grave error de Cannavaro, que no desvió un pase largo que pinchó Ibagaza y con una genialidad se la picó a Dudek. La desesperación hizo presa entonces en el Bernabéu.

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