Querer es poder. Y para este Betis tan cogido con alfileres más que para ningún otro. Así, tan necesario como disfrutar del triunfo logrado es saber digerirlo y, sobre todo, que sus futbolistas caigan en la cuenta del camino que recorrieron para conseguirlo. Porque los verdiblancos ganaron en la segunda parte un partido en el que los goles los marcaron en la primera. Nada hubiese sido posible sin el acierto de sus atacantes antes del descanso, pero de menos hubiese servido éste sin la garra mostrada a continuación. Tanta fe existió en el triunfo que hasta hubo quien tiró de oficio, virtud que parecía erradicada en el Betis: Arzu, Juanito, Pavone, sobre todos, y hasta Mark González llenaron el campo de faltas tácticas para sacar al rival del partido y anular cualquier contraataque.

Defensa

La zaga se mostró vulnerable en los compases iniciales hasta que Schuster, incomprensiblemente, cambió a sus extremos de banda. Robben dejó de hacer daño y el Betis frenó al Madrid en el centro del campo para limpiar las espaldas de Fernando Vega y sus tres compañeros.

La presión fue a más y en la segunda parte fue asfixiante por momentos con la ayuda de los extremos. El Betis llevó al rival a un embudo donde sólo moraba Guti, al que vigiló salvo en una ocasión.

Ataque

La movilidad de los delanteros fue clave y permitió al Betis llegar al área de Casillas pese a robar el balón algo lejos. En las bandas siempre se supo ganador y en los balones aéreos también.

En la segunda mitad, al contraataque, le sobró conducción y le faltó elegir bien las opciones de pase para haber llegado al 3-1.

Virtudes

El control del partido, aun sin balón, desde que empató.

Talón de aquiles

La fragilidad defensiva y los nervios hasta entonces.