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El gen ganador, clave en el código de Míchel

  • El técnico se enfrenta a su pasado en el Madrid con la profesionalidad como bandera a lo largo de su carrera

Míchel, durante un entrenamiento en el Málaga.

Míchel, durante un entrenamiento en el Málaga. / jorge zapata / efe

Míchel se asoma mañana al escenario donde siempre tuvo que estar. En el centro de la platea. En primer plano, dirigiendo un equipo bonito, en una ciudad de moda, con una oferta cultural de museos sublime y al que Míchel puede unir el fútbol para despuntar por fin y colocar al club costasoleño en un trampolín interesante que compita de verdad con intensidad en la Liga.

Míchel es posiblemente uno de los técnicos con mayor pasión por el fútbol. Y lo más importante, en un mundo donde la percepción es más importante que la realidad, Míchel convierte su pasión por el fútbol en un efecto mimético. En un contagio imparable donde aquellos jugadores que no disfruten su profesión se van a quitar ellos solos de la alineación.

La mentalidad adquirida en la cantera blanca lleva al madrileño a competir al máximo

Míchel está acostumbrado a luchar. Y a perseguir sus sueños con determinación. Desde que se subía a dos autobuses y a una línea de metro para llegar con ilusión a la antigua ciudad deportiva del Real Madrid siendo un chaval. El conjunto blanco lo enseñó a ganar y ganar. A ganar a todo. Día y noche. Al fútbol y a las cartas. Compite con su gen ganador en el deporte y en la vida. Hay dos caminos para llegar a un club grande como entrenador. Directo al primer plano o comenzando desde abajo. Conduciendo por una autopista de peaje o por una vía alternativa con humildad y mucha sencillez. Míchel está ya cerca de alcanzar la meta.

Se ha forjado en el fútbol de toda la vida. En el Rayo Vallecano, en el Castilla. Y ahora vuelto a España tras una experiencia vital interesante fuera en Grecia y en Francia. Ha regresado con el Málaga y lo ha hecho a lo grande. Con buen fútbol, confiando en la gente joven, en futbolistas emergentes y siendo justo en sus decisiones. El destino le ha colocado en un mapa donde su admirado Madrid se juega la Liga. Míchel goza de un prestigio enorme en el fútbol profesional. Se debe al Málaga y su obligación es siempre pelear por el orgullo, por la credibilidad de la industria del mundo del fútbol.

El equipo que dirige Zinedine Zidane llega en un momento repleto de excelencia. Con la mejor plantilla de su historia, con opciones dobladas en todo el campo. Es difícil que aquel equipo que se juega el título y depende de sí mismo se deje un título de Liga. Y más si le vale un empate, como resultado final. El Madrid es favorito. Pero que nadie dude que Míchel cumplirá con su deber de plantear el mejor encuentro posible para los suyos. Y de preservar sin duda la pulcritud de la competición. En el código Míchel sólo hay sitio para el entusiasmo y la energía positiva.

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