Sevilla - elche

Todos los honores para el tricampeón

  • El Sevilla, ya con la quinta plaza asegurada tras la derrota de la Real, recibe a un Elche que no se juega nada. Día para la emoción y para disfrutar del título.

Guiño del destino. El Sevilla-Elche será el partido que cierre la emocionante Liga 2013-2014, una campaña preciosa, una temporada inolvidable por muchísimos hechos. En clave general, ya se sabe que el campeón de esta apretadísima Liga, la tercera en la historia que se define en el último partido, es el Atlético. Curiosamente, en los dos finales de campeonato anteriores que se definieron en la última jornada estuvo el Sevilla. En 1946 ganó el título gracias al empate en Las Corts ante el Barcelona y en 1951 las tablas ante el Atlético en Nervión se lo birlaron, con el polémico gol anulado por Azón a Araújo por sugerencia de su auxiliar. Todo eso es historia, como también es historia de oro que el Sevilla se reencontrará con su gente tras ganar la primera final continental del curso. La segunda definirá el sábado 24 quién será el rival de los nervionenses en la final de la Supercopa que se disputará el 12 de agosto en Cardiff. El fútbol vuelve a sus orígenes. Así pues, el Sevilla afronta el cierre de una temporada gloriosa, otra más.

Será una jornada de homenajes. Para los que se quedarán y para los que se irán. Para los héroes protagonistas de la hazaña piamontesa y para los que alentaron con su pasión y su empuje desde fuera, tanto los profesionales sevillistas que antepusieron su orgullo de pertenencia al grupo a su celo por no ser los principales actores como los miles de aficionados que en Turín o en la lejanía del televisor vivieron con nervios el bellísimo desenlace. Será un partido para el puro gozo, para el disfrute de este deporte que tanta gloria ha traído a Sevilla y a Andalucía, a España entera.

En juego no hay nada, o sí. El Sevilla ya tiene la quinta plaza asegurada tras la derrota de la Real Sociedad ante el Villarreal este domingo por la mañana. La victoria sobre un Elche que llega de convidado de excepción a la fiesta y que no se juega absolutamente nada sería la mejor manera de redondear un curso inolvidable por muchos aspectos.

También será el momento para el reconocimiento a Unai Emery. El entrenador sevillista ha vivido momentos muy duros. Llegó a estar muy discutido por el entorno del club, e incluso peligró su puesto de técnico allá por noviembre, cuando el equipo no levantaba cabeza después de una racha negativa, hasta la reacción en Cornellá, que abrió otra racha de muy distinto corte, sólo momentáneamente interrumpida por la eliminación en la Copa del Rey. En un curso de dientes de sierra, Emery se apoyó en la unión de la plantilla y en el apoyo de los que mandan, primero Del Nido y luego Castro, y en la fe que siempre tuvo Monchi en su valía.

Será el momento también para reconocer al director deportivo más laureado del fútbol español en el siglo XXI. A ver quién puede presumir de que, dirigiendo la secretaría técnica de un club de segundo nivel económico como es el Sevilla, ha ganado siete títulos, siete, el número mágico. Monchi, que pasó de los elogios del verano perfecto a las críticas de las salidas sin repuestos en invierno, coincidiendo con otra racha negativa, también se merece un reconocimiento colectivo.

El logro del Sevilla ha llegado en una temporada delicadísima. El mejor presidente de la historia de la entidad ha vivido en la dramática soledad de la prisión otro hito glorioso del club al que devolvió su orgullo y su casta de campeón. Lo que parecía el definitivo fin de un ciclo se ha revelado como la vuelta del Sevilla grande. Hoy saltará al campo un equipo campeón, aunque muchos de los integrantes del once sean suplentes o canteranos, futbolistas que han empujado desde fuera para la gloria colectiva. Ellos también se merecen el aplauso y por ello el sevillismo, con precios populares, debe darse cita hoy en Nervión, ese hogar de campeones.

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