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Se impone la verdad (2-1)

  • El fútbol constante, dinámico y pleno de arrojo del Betis doblega a un Valladolid académico que juega en función de las variantes. La fe para remontar y la garra para aguantar el 2-1, encomiables

Al fútbol se juega de mil maneras, pero básicamente hay dos: o se va de verdad a por los partidos o se especula en función del marcador, del balón, del cronómetro... De lo que se quiera. El Betis de Pepe Mel es un equipo intrépido. Se presenta a los partidos de frente, con apenas una muleta para taparse. Su único objetivo es ganar. Y, además, a la fecha, lo consigue. El Valladolid es otra cosa. Antonio Gómez ha parido a su equipo en un laboratorio que ha mudado de la orilla del Támesis a la del Pisuerga. Y el mejunje bulle y tiene buena pinta. Pero como toda fórmula química vive pendiente de la teoría. Resulta un equipo ordenado, más que aseado, con un dibujo que ni calcado, pero es calculador. Y por ahí se le escapó ayer el partido ante un equipo, el nuevo líder, mejor y más atrevido.

El mérito del Betis, o uno de los méritos habría que decir, es que desde el minuto uno le dice a las claras al rival lo que le va a hacer y cómo se lo va a hacer. Y lo mejor es que se lo hace. Se planta en el centro del campo, coge el balón y apunta a la portería contraria. Sólo piensa en un marcar un gol y, cuando lo logra, busca otro. Incluso, como ya demostrara en Granada, goza de una buena psique y sabe jugar sin canguelo alguno cuando va por detrás en el marcador. Porque, encima, en sus genes hay garra. Mucha raza.

No es el Betis un equipo académico. Carece de equilibrio en su dibujo y en su composición. Está mínimamente desajustado, quizá también por alguna ausencia de lustre, y por ahí le afloran unas carencias que no son ajenas a su entrenador. El porqué Mel prefiere corregirlas entrados los partidos y no de salida pertenece al mundo de los secretos. Pero que Iriney se ve a veces más solo que la una lo sabe todo el mundo menos el técnico de un Valladolid incapaz de buscarle las espaldas al amazonense pese a dos contras que enjaretó Nauzet en el tramo final del primer período, una de las cuales derivó en el córner del 0-1.

Tampoco es materia reservada comprobar de forma contumaz lo mal que se desenvuelven Caffa y Momo por la derecha. Suele comenzar el argentino, quien al menos es capaz de sacar alguna rosca. Acaba por ahí el canario, exhibiendo el manual completo de cómo jugar mal a pierna cambiada. El Betis, además, se hace un tanto previsible porque percute en exceso por su banda izquierda, la natural de sus dos extremos. Menos mal que por la diestra ha nacido Miguel Lopes.

Pero a Mel le preocupa lo justo que la igualá no sea perfecta. La verdad es que el paso anda bien y, por ese camino, siempre se mejora el equipo con los cambios. Beñat, Cañas, Israel u, otros días, Ezequiel le aportan dinamismo al colectivo y, por el mismo precio, proporcionan la simetría que el sistema exige.

Es fácil y da resultado, aunque haya quien pueda argüir que el Betis se desenvolvió mejor en la primera parte que en la segunda. Pero llegó menos a la portería contraria. Apenas en un disparo de Caffa al palo que precedió a un gol evitable de un gran central, Marc Valiente.

Ocurre que Salva Sevilla no se halla en ésas y sus prestaciones decrecen partido a partido. No es un medio centro clásico pero tampoco un mediapunta, entiéndase éste como Emana, una especie de segundo delantero. El virgitano es un centrocampista ofensivo. Su radio de acción se encuentra entre el círculo central y la corona del área. Pero Emana lo tapa porque juega por el centro y acude a sus terrenos a recibir. A Salva Sevilla lo ha matado la lesión de Jorge Molina. Con los dos delanteros puros, sí hallaba espacios. Su espacio. El que tampoco encuentra junto a Iriney y que rescata, si no lo sustituyen, cuando a poco del descanso asoma en el campo Beñat.

El interesante pero poco avezado Antonio Gómez quiso jugar muchos partidos a la vez y no jugó ninguno. Al Valladolid le faltó atrevimiento en los compases iniciales pese a ir ganando. Tampoco fue un equipo arrollador cuando se vio perdiendo. Óscar, un mediapunta, relevó a Calle, un ariete, justo después del gol de Israel. El mensaje que flota entonces es: el 2-1 está muy cerca del empate; el 3-1 es la sentencia. Demasiado calculador. Muy frío este Valladolid que transmite buenas sensaciones pero que insinúa más de lo que hace.

Al menos, ayer se fue al vestuario dejando trabajo por hacer. El Betis no. Porque cree más que su rival en lo que hace. Y esa fe le otorga un plus para ir siempre por todo el botín y conservarlo con un tesón competitivo que acobarda al que tenga enfrente.

Ficha técnica:

2 - Real Betis: Goitia; Miguel Lopes, Belenguer, Dorado, Fernando Vega; Iriney, Salva Sevilla (Cañas, m.61); Caffa (Israel, m. 58) Emaná, Momo (Beñat, m.46), y Rubén Castro.

1 - Real Valladolid: Jacobo, Pedro López, César Arzo, Marc Valiente, Guilherme; Nauzet (Keita, m.66), Baraja (Jorge Alonso, m.46), Álvaro Rubio; Sisi, Calle (Oscar, m.58) y Javi Guerra.

Goles: 0-1: m.26, Marc Valiente. 1-1: m.47, Rubén Castro. 2-1: m.64, Israel.

Árbitro: Jesús Gil Manzano (c.extremeño). Expulsó a Guilherme, por doble tarjeta, en el minuto 86, además mostró tarjeta amarilla a César Arzo (m.2), Guilherme (m.20), Nauzet (m.30), Fernando Vega (m.32), Beñat (m.64), Cañas (m.64), Belenguer (m.70), Pedro Lopez (m.82), Miguel Lopes (m.84), Sisi (m.92+).

Incidencias. Partido disputado en el estadio Ruiz de Lopera ante unos 35.000 espectadores en mañana calurosa. Terreno de juego en irregulares condiciones.

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