El Betis de Gustavo Poyet echó a andar este pasado jueves. Desde muy temprano (08:30), los futbolistas empezaron a pasar la pruebas médicas y, posteriormente, a partir de las diez, comenzaron a trabajar en la primera sesión de la pretemporada, a puerta cerrada, a las órdenes del preparador uruguayo.

Antes, hubo tiempo para saludos en el vestuario entre los viejos y los nuevos compañeros, y el propio Poyet. Una vez en el campo principal de la ciudad deportiva, el preparador bético, junto con Marcos Álvarez, preparador físico, comenzó a dar órdenes con diferentes ejercicios físicos. Ya por la tarde, la plantilla volvió a entrenarse -en esta ocasión a puerta abierta- siguiendo las pautas de Poyet, que incluso probó dos onces diferentes en unos partidillos mezclando a los futbolistas nuevos con los que siguen. Durmisi y Musonda fueron los más aplaudidos.

La nota positiva del entrenamiento fue ver a Piccini junto al resto de sus compañeros, estando también Westermann y Portillo, que pese a ser declarados transferibles y tener permiso del club para resolver su futuro en otro club -el alemán podría seguir si acepta la propuesta bética de bajarse el sueldo- decidieron ejercitarse junto con sus compañeros.

También lo hicieron todas las caras nuevas, a excepción del chileno Felipe Gutiérrez, que comenzó con la fase activa de la recuperación de su rodilla derecha, combinando ejercicios de tonificación de fuerza en el gimnasio y tratamiento de fisioterapia.