Betis - deportivo · el otro partido

La lenta cocción del sueño

  • El Betis sigue paladeando poco a poco su búsqueda del sol europeo con otro empate, tercero seguido en casa. Mel cambia el once, pero no el guión.

Mantiene la distancia con sus perseguidores, mantiene la séptima posición y mantiene intacto el sueño europeo. Este lunes tenía el Betis una buena ocasión para cobrar distancia sobre los equipos que acechan su anhelada plaza, la última que da billete continental sin que haga falta estar atentos a cuestiones burocráticas, pero recayó en los mismos errores que lo vienen lastrando en el último mes y medio: no sabe mandar en los partidos al calor de su gente. El de ayer ante el necesitado Deportivo, un equipo al que Fernando Vázquez le ha dado personalidad y arrojo pese al estado de necesidad angustiosa en que lo cogió, fue otra muestra de esta evidencia. Parece como si Pepe Mel y su tropa quisieran paladear lentamente la consecución del sueño europeo.

El entrenador verdiblanco varió el once inicial, con el ingreso de Nacho, Perquis, Vadillo y Jorge Molina, pero continúa siendo fiel al estilo al que se ha apuntado, el 4-4-2 con dos delanteros y dos extremos y sólo dos medios centro puros. De esta forma, el madrileño se muestra fiel a su propia filosofía de fútbol, esa que él mismo defiende arguyendo que un partido del Betis no puede aburrir a nadie. Espectáculo sin control, partidos abiertos, de ida y vuelta, con el añadido de la emoción que supone y que es de agradecer en un partido ante un rival que se juega la permanencia en el inhóspito horario del lunes con la noche bien cerrada. De paso, parece querer darles la razón a los rectores verdiblancos. Los deberes están cumplidos y ahora hay que disfrutar de lo que queda con el muy agradable acicate de luchar por Europa.

Queda un partido menos y sigue el Betis manteniendo las distancias con sus perseguidores, añadiendo en cada jornada un nuevo ingrediente a un guiso de cocción lenta, aunque el aficionado de a pie quizá quiera zamparse ya el goloso manjar europeo. Alguno incluso pensará que algún triunfo en casa permitiría elevar el guión de la exigencia para mirar al cuarto puesto, demasiado lejano ya tras la fuerte irrupción de la Real Sociedad. Pero Mel, impertérrito pese a lo expresivo que se muestra en cada partido, no se salta su propio guión. Y le está saliendo bien.

El último triunfo verdiblanco en casa fue ante Osasuna el 10 de marzo, luego llegaron los empates ante Getafe y Sevilla que se suman al de ayer ante este Deportivo al que Vázquez hace rasear el balón encomendado a Valerón y Juan Domínguez, contra los que Beñat debió desdoblarse y asemejar que tenía el don de la ubicuidad. Pero Mel sigue sin inquietarse pese a esa pequeña racha de empates. ¿Que es un paso cortito? Puede, pero él sigue deshojando el calendario, sin perder el norte.

Ayer, otra lesión de Perquis le quitó capacidad de reacción al madrileño. Tras un cambio de hombre por hombre, Pabón por Vadillo para hacer bailar a los cuatro atacantes, el franco-polaco dejó su sitio a Mario. Después, quemó las naves con otro hombre por hombre, Juan Carlos por Campbell. ¿Le faltó determinación o tino para buscar mayor posesión ante un Deportivo que ya acusaba el desgaste? Puede ser. Primó la fidelidad a su idea, con la que mantiene el sueño intacto, a cocción lenta.

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