Puede llamar la atención de este equipo cómo es capaz de jugar de memoria cuando se pone a ello y cuando encuentra las circunstancias idóneas, como en casi toda la primera mitad, pero dados los antecedentes, lo más positivo debe apuntarse en el manejo de la situación, en lo inoperante que hizo al Valencia y mantener alejado el fantasma que más miedo da en este Sevilla, el juego aéreo.
Defensa
Está visto y comprobado que si el balón no vuela el sistema defensivo sale indemne. El centro del campo del Valencia no apretó nunca y desde la comodidad de Poulsen y Keita edificó el equipo de Jiménez un gran partido casi incalificable en la asignatura que peor lleva. Sólo Joaquín dijo algo cuando ya nada tenía que hacer el once local. Antes Fazio ayudó mantener la superioridad numérica en el centro.
Ataque
El juego ofensivo del Sevilla luce muchísimo cuando se encuentra enfrente con un rival cohibido y sumiso. El Valencia, como hace algunas jornadas el Zaragoza en Nervión, no mordió y los pupilos de Jiménez campaban a sus anchas por la pradera de Mestalla interpretando las mejores combinaciones que tanto lustre le dieron en finales y tiempos de gloria. Si no le aprietan, este grupo juega de memoria porque tiene más calidad que el rival y porque cada futbolista sabe perfectamente dónde está en cada momento su compañero. Y no hay que matarse a correr. En la primera parte el Sevilla no dio una carrera innecesaria, ni en las bandas. El baile de salón de Kanoute y Luis Fabiano bastaba para reírse en la cara de los centrales del Valencia.
Virtudes
El manejo de la situación y no dejar que el Valencia se metiera mucho.
Talón de aquiles
En el segundo tiempo debió de matar. Más que nada porque debe ir aprendiendo para otras ocasiones en que la diferencia sea menor.
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