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Un partido clave para Zidane

Para muchos se trata de un Clásico descafeinado, pero seguro que Zinedine Zidane no piensa lo mismo: el francés afrontará hoy su primer Real Madrid-Barcelona como entrenador con el objetivo de reforzar su inestable posición en el banquillo blanco.

En los últimos 36 años, sólo Boskov, Queiroz y Schuster ganaron en su estreno en el Camp Nou como técnicos blancos. El último fue el alemán y ocurrió en 2007. Desde entonces, fueron fracasando uno tras otro, desde Mourinho a Carlo Ancelotti.

Ahora llega Zidane, en un momento tan crítico para su equipo como para él mismo. A falta de un estímulo estadístico (el club madrileño está a diez puntos del Barcelona en Liga), el conjunto blanco busca un refuerzo moral que revitalice la confianza de una hinchada a la que sólo le queda ilusionarse con las opciones en Europa. "Voy a disfrutar de mi primer Clásico como entrenador", dijo ayer en rueda de prensa. "No va a ser fácil ganar al Real Madrid, esto lo tengo claro", añadió el galo, que disputó hace diez años su último Clásico.

Puede que Zidane se juegue mucho. A corto y medio plazo. Porque una derrota, sobre todo si es abultada, podría situarle lejos del banquillo del Real Madrid a finales de temporada, sobre todo conociendo la impaciencia de su presidente, Florentino Pérez. Otra cosa es si logra un resultado positivo. Entonces podría ganar crédito y seguir adelante con los dos años más que firmó en enero, cuando sustituyó a Rafa Benítez.

Ahora mismo, el Madrid es una incógnita a todos los niveles. Y un reflejo de ello es el propio entrenador, quien en los tres meses que lleva en el banquillo no ha conseguido rehabilitar al enfermo que dejó su antecesor. Con Zidane, el equipo se despidió de la Liga y ofreció un rendimiento altamente irregular. En apariencia, y a juzgar por las declaraciones de sus jugadores, el mayor logro del galo fue cohesionar a un vestuario profundamente fracturado durante la etapa de su antecesor, quien generó no pocos conflictos con los futbolistas. "A lo mejor en el pasado no estábamos tan unidos, pero ahora sí", dijo Gareth Bale. "El equipo está más unido", corroboró Keylor Navas. Pero con unidad no basta para superar problemas tácticos y ganar al Barcelona.

Con Zidane, el equipo sigue siendo largo y no consiguió mejorar el pobre balance defensivo. Navas sigue siendo el jugador más destacado de un equipo que permite muchas ocasiones a los rivales, algo muy peligroso ante un enemigo como el Barça.

Ahora la situación recuerda mucho a la de hace diez años, cuando Zidane vivió su último partido en el Camp Nou como futbolista. Entonces llegaba el conjunto blanco a 11 puntos del Barcelona, futuro campeón, y el Real Madrid consiguió sacar un inesperado 1-1 a pesar de jugar casi todo el partido con diez futbolistas por la expulsión de Roberto Carlos.

El técnico francés tiene ahora la misión de intentar recuperar la confianza de su hinchada (y probablemente de sus directivos) después de una temporada aciaga. Y para ello no le quedarán excusas pues, salvo a su compatriota Varane, tiene a todo el plantel a su disposición. Es decir, que podrá alinear sin problemas a su equipo favorito.

Probablemente sea Zidane quien más se juegue en el Clásico, un partido que podría marcar un antes y un después en su carrera en el Real Madrid.

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