Fútbol l Primera División

Un penalti cierra la depresión

  • Raúl anota su gol 200 en Primera y el Madrid olvida su eliminación europea

El Real Madrid obtuvo un triunfo balsámico, aún en estado de shock por su eliminación europea, ante un Espanyol mejor en su nivel futbolístico hasta que acabó cediendo ante el gol 200 de Raúl en la Liga, conseguido de penalti a falta de 20 minutos para el final.

La afición del Bernabéu regresó para olvidar su visión de la realidad tras lo que despapeló la Roma el miércoles. Un equipo tocado anímicamente, triste y condicionado por las bajas, principalmente Sergio Ramos y Van Nistelrooy, saltó a medirse con un Espanyol descarado desde el inicio. La primera acción del partido fue un aviso. El saque inicial lo lanzó fuera Baptista. La cabeza agachada de Guti cada vez que marraba un pase o se desquiciaba por la falta de movimiento, reflejaba el pulso blanco. Débil. Y eso que Marcelo dio por banda lo que faltó en Europa e Higuaín fue la novedad en ataque, el revulsivo.

Pero el Espanyol tenía su guión. Frenó a Robinho y Guti, los dos que inventan, para desplegar su juego siempre en campo de un Madrid aturdido que volvió a ser sorprendido a balón parado. A la media hora, un saque de esquina en corto a Luis García, lo mandó a la red Valdo, solo en el segundo palo. La tensión se respiraba. El transcurrir del partido deparaba la peor pesadilla blanca que por corazón adelantó líneas y comenzó a inquietar a Kameni. El meta se lució con un paradón a falta de Baptista a la escuadra, pero poco pudo hacer a tres minutos del descanso ante el disparo de Higuaín tras una bella acción por el costado izquierdo de Marcelo. Faltaba poco para el descanso, que Schuster aprovechó para dejar a Robinho, desaparecido, fuera.

Como en el arranque del partido, el Espanyol se apoderó del balón en la reanudación. Un disparo desde 35 metros de Smiljanic, que rozó el larguero, y un error de Casillas en un despeje que salvó Guti, acrecentaron el enfado de la grada, que la pagó con Baptista.

El homenaje que le debía la afición madridista a Tamudo, por sus goles al Barcelona claves en el título blanco de la pasada campaña, llegó con cerrada ovación cuando salió al campo -acabaría expulsado por protestar al final del partido- instantes antes de que Raúl decantase el choque. Un buen desmarque dio paso a una acción de pillo que acabó en penalti de Jarque. El tanto devolvió la calma al Madrid, que acabó tocando y llegando todo lo que no había realizado con anterioridad. Depresión superada, pero con sufrimiento.

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