Liga europa: valencia - sevilla · la previa

El premio merece darlo todo

  • El Sevilla busca su tercera final europea con la obsesión de no menospreciar al Valencia pese al 2-0 de la ida. El ambiente estará muy caldeado en Mestalla y eso exige madurez.

Cuatro años mal contados han transcurrido desde que el 19 de mayo de 2010 el Sevilla alzara su último título de importancia. Fue en la final de la Copa del Rey contra el Atlético de Madrid. Aquello sucedió en Barcelona y lo que vino después fue un cambio de ciclo con todas las de la ley. El Sevilla triunfador del arranque del siglo XXI, sin embargo, no ha tardado mucho en regenerarse y hoy tiene la oportunidad de meterse en Valencia en una nueva final, en este caso de la Liga Europa. Sería, ni más ni menos, la tercera en esta competición continental que parece tan golosa a priori para todos, pero que sólo es capaz de conquistarla un equipo de los cientos, incluyendo las rondas previas, que arrancan en cada temporada. Los nervionenses ya lo hicieron dos veces y ahora pelean por optar a la tercera con cierta ventaja sobre el Valencia.

Porque el partido entre valencianistas y sevillistas no arranca con un cero a cero. En absoluto, los nervionenses deben sufrir, por supuesto que sí, en su visita a Mestalla, pero la cosa parece, a priori, encauzada con los goles que anotaron en el marcador en la ida M'Bia y Bacca. Aquello fue la semana pasada y la cuestión será seguir en la misma línea, no dar ni un solo paso atrás para que el marcador se acerque a los mismos guarismos pero a favor de los visitantes. Ésa es una de las claves para que el Sevilla pueda ser de nuevo finalista de la Liga Europa, que afronte el encuentro como si éste registrara un cero a cero de partida y casi estuviera obligado a ganarlo. Es la mejor forma, sin duda, para impedir que el Valencia pueda creer en la remontada.

Basta con aterrizar en esta ciudad para comprobar que los ánimos están muy caldeados, que el valencianismo no ha arrojado la toalla para nada. La proeza protagonizada por el cuadro de Juan Antonio Pizzi en los cuartos de final, cuando fueron capaces de superar incluso un gol más de desventaja, es el mejor señuelo para que la parte de la ciudad que tuerce por el Valencia Club de Fútbol, casi toda, sueñe con la posibilidad de repetir la gesta. Claro que este Sevilla no tiene nada que ver con el Basilea y en la teoría, si esto vale de algo en el fútbol, su potencial es muy superior a los suizos.

Tanto que el Sevilla, siempre desde una línea de respeto máxima hacia el adversario que nace en el propio Unai Emery y se incrusta en la epidermis de todos los integrantes de la plantilla, se siente también muy seguro de sus posibilidades. No hay ni un solo futbolista de los que viajaban ayer en el vuelo que despegó a las seis de la tarde desde San Pablo que no piense en que dentro de catorce días tendrán que desplazarse de nuevo hasta Turín, al norte de Italia. Eso sí, todos, absolutamente todos, puntualizan en sus charlas, tanto públicas como privadas, que la dificultad para conseguirlo será máxima esta noche.

Es la mejor manera para espantar cualquier confianza, para que el Sevilla afronte el duelo al ciento por ciento de concentración, algo que ha sido fundamental en toda la trayectoria europea que arrancaba allá por el mes de julio con el doble enfrentamiento con el Mladost Podgorica montenegrino y con el Slask Wroclaw polaco. Desde entonces los hombres de Unai Emery se han ido tomando muy en serio a todos los rivales con los que se han cruzado tanto en la liguilla como en las eliminatorias posteriores.

Al respecto, se le puede unir también el dato de los desplazamientos masivos de sus seguidores que comenzaran con la peregrinación hasta Estoril en la primera jornada de la liguilla y que concluyeran también en tierras portuguesas, aunque algo más al norte, concretamente en Oporto. Por medio, estuvo el histórico derbi local contra el Betis, que también acogió en Heliópolis a varios millares de seguidores de la causa nervionense a pesar del cero a dos que se registró en la ida a favor de los verdiblancos. Valencia no iba a ser una excepción en este sentido y se calcula que serán más de cinco mil los seguidores sevillistas que estarán presentes esta noche en las gradas de Mestalla para apoyar a su equipo y tratar de equilibrar de esa manera el ambiente caldeado que han tratado de generar en Valencia. No en vano, un periódico deportivo local calificaba incluso de "ladrones", eso sí, en la lengua vernácula, en sus portadas al conjunto sevillista por el error arbitral del esloveno Slomina en el primer gol de M'Bia. Eso sí, obviaba otros lances como el penalti de Javi Fuego por una claras manos y el desequilibrio a la hora de señalizar las faltas y mostrar las tarjetas en el segundo periodo.

Pero bueno, ésas son las cosas que suceden cuando se entiende el periodismo desde el prisma de un forofo. Está claro que siempre es bueno centrar las informaciones en el equipo de la ciudad que representa cada medio, pero todo tiene unos límites. Aunque a la hora de la verdad, cuando den las nueve de la noche, no jugarán ni los medios de comunicación ni tampoco los aficionados que estén en las gradas Xicotet, por nombrar alguna de ellas aquí en Mestalla. A esa hora lo trascendental, lo único, será el rendimiento que puedan ofrecer Beto, Coke, Fazio, Pareja, M'Bia, Carriço, Rakitic, Bacca y los otros tres futbolistas que elija Unai Emery para completar el once sevillista que afrontará esta durísima prueba en Mestalla. Está en juego una final europea, que sería la tercera en la historia del Sevilla Fútbol Club, y cualquier sufrimiento que aparezca para llegar hasta ella merecerá la pena superarlo.

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