betis - getafe · la crónica

Seis puntas, ningún gol (0-0)

  • Un Betis demasiado ofensivo en su planteamiento, con cuatro delanteros siempre sobre el campo, no llega a batir al Getafe. Cada equipo domina un tiempo para un empate justo.

El fútbol no entiende siempre de reglas matemáticas. Pepe Mel llegó a meter este lunes en el terreno de juego a seis delanteros, con cuatro de ellos permanente entre los once elegidos, y eso no le sirvió para que el Betis no le marcara ningún gol al Getafe. Está claro que la intención del técnico madrileño era loable, quién puede criticar a alguien que apuesta tan rotundamente por el espectáculo, por divertir al espectador desde el minuto uno hasta el noventa y tres, pero queda la duda de conocer qué hubiera pasado si el equipo verdiblanco hubiera estado más equilibrado ayer en la relación defensa-ataque. Fútbol ficción, sin duda, pero lo que no es historia novelada es que con semejante arsenal se fueron los béticos de vacío a la caseta en lo que tiene que ver con la producción goleadora y eso, datos objetivos por delante, ha sucedido muy pocas veces a lo largo del presente curso balompédico.

La conclusión, pues, es que el diseño del partido por parte del Betis tal vez no fuera el más adecuado en esta ocasión. Para empezar, durante la primera mitad siempre pareció que el Getafe tenía más futbolistas sobre el campo. El equipo madrileño presionaba muy arriba y acumulaba hombres en el centro del campo, entre otras cosas porque su delantero, Adrián Colunga, tampoco es un tanque estático que no se mueva y sí apoya bastante a la hora de estorbar la salida por parte del rival. La situación devenía la mayoría de las veces en una inferioridad numérica por parte de Beñat y Cañas respecto a Barrada, Borja y Xavi Torres, ayudados además en esa zona del rectángulo por Pedro León y Diego Castro, ayer mucho menos extremos que los locales.

El Betis, en cambio, apenas alteraba el dibujo con Pabón en la derecha y Juan Carlos en la izquierda. Ambos, además, se abrían mucho y casi nunca echaban una mano a la hora de acarrear el balón, al menos para asociarse con los dos medios centro en corto. Como tampoco Rubén Castro se descolgaba hacia atrás una decena de metros para tratar de escalonar la llegada hacia Jorge Molina, la sensación que siempre transmitió el conjunto heliopolitano es que estaba desconectado. 

¿Quiere eso decir que un triunfo fuera quimérico? En absoluto, el Betis tiene mucha calidad arriba y en cualquier jugada, ya sea por la movilidad de sus hombres más avanzados e incluso en la estrategia, la balanza cae hacia su lado con tremenda facilidad. Lo pudo hacer Paulao en un cabezazo en el minuto 16, pero poco más se puede contabilizar en una primera mitad en la que Adrián sí tuvo tres ocasiones para demostrar su buen momento de forma. Lo hizo ante Colunga y después dos veces frente a Pedro León, la primera de córner directo, que permitieron que los suyos salieran indemnes de este primer acto.

Claro que hay que tener en cuenta también que el gasto físico del Getafe estaba siendo exagerado, inhumano incluso, porque los equipos deben tener en cuenta que los partidos, a día de hoy, siguen durando no menos de noventa minutos y hay que administrar los esfuerzos. El resultado fue que el Betis salió tras el descanso con una marcha más que su rival y a través del paso adelante que dieron Beñat y Cañas fue capaz de aminorar las distancias con los cuatro delanteros. De esta manera el equipo de Mel sí pegó un arreón que lo llevó a coquetear con el gol en varias oportunidades.

Aparte de un posible penalti de Borja a Rubén Castro, esta vez sí se dejaba sentir cierto agobio por parte del Getafe, incapaz de sacar el balón de su zona de peligro como lo hizo durante el primer periodo. Aunque Adrián volvía a realizar varias intervenciones de mérito en las contras que sacaban los forasteros, ahora era el Betis quien se sentía dominador de la situación. Entonces Mel decidió cambiar un par de peones e introdujo a Campbell y Vadillo, velocidad pura, en las bandas, aunque, eso sí, sin dejar de tener cuatro delanteros siempre. El efecto de esas permutas sí sirvió para que Pabón se encontrara, ya por el medio, con algunos disparos de esos que le gustan.

Pero fue como la gaseosa y el efecto se esfumó rápido. Bastó con una tángana cuando Escudero estaba tirado en el suelo para que el partido prácticamente se acabara ahí. El Betis no llegó a aprovechar la recomposición defensiva de un Getafe con problemas atrás y sólo actuó entonces a impulsos, como invitaba el hecho de tener cuatro hombres tan resolutivos arriba, pero no siempre en el fútbol se llega antes por tener más delanteros. Y para muestra, un botón, Mel utilizó hasta seis y su equipo, raro en él, no llegó a marcar ningún gol.

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