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Las raquetas no son para el verano

  • Las tiendas del centro se llenaron de argentinos: no extraña que en primer plano se viera a Galadí y Francisco Herrero

PODRÍA ser el eslogan de un andalucismo trasnochado: pierde España, gana Sevilla. Con Griñán en el palco. Las suspicacias las carga el diablo, al que le gusta mucho el tenis. Por algo todos los partidos se cierran cuando uno de los dos contendientes alcanza el seis. A Dios le pido, se oía la música en directo en la terraza-restaurante Torre de los Perdigones. Este faro manchesteriano es la principal altura en las inmediaciones del Estadio de la Cartuja.

El Corte Inglés estaba ayer lleno de argentinos. No extraña que en primer plano del coliseo tenístico estuvieran Francisco Herrero, presidente de la Cámara de Comercio (rey Gaspar en la Cabalgata) y Antonio Galadí, presidente de la Confederación de Empresarios de Sevilla. La final de la Davis es un regalo para la ciudad y el suspense para esta cita dominical, una caricia para los dividendos del comercio.

"Todas mis amigas se estaban casando...". El rapto de frases de las conversaciones ajenas no está contemplado como infracción en la SGAE. Lo decía una joven y me trasladaba al título de un libro que fue el más vendido en Argentina hace unos años: No sé si casarme o comprarme un perro.

Dos jóvenes le preguntan al conductor del autobús por la parada del estadio olímpico, una denominación tan ajustada como la ironía de Unamuno con El Pensamiento Navarro. No van a ver el tenis. "Al lado del estadio, se juega un partido de rugby entre los cadetes de Cajasol y un equipo de El Puerto de Santa María". En rugby ganaría siempre Argentina. Dos hombres de edades distintas salen del estadio y se dirigen a la parada. El más joven lleva atuendo patriótico. ¿Cómo va el partido?, le pregunta el cronista. "Ha ganado Argentina el primer set, ha roto el servicio de Feliciano". ¿Por qué se van a mitad del partido? "Mi padre, que prefiere verlo por la televisión". "Estamos muy arriba y empieza a hacer frío", dice su progenitor. El autobús hace una parada técnica en la Escuela de Ingenieros, que fue pabellón de Argentina en la Expo 92.

El rápido desenlace del partido de dobles favorecerá la agenda turística de los visitantes. Anoche tenían donde elegir: en el Fun Club de la Alameda cantaba Haze y en el teatro Quintero actuaba El Brujo, que cumple 25 años en la escena, los mismos que han pasado desde que Argentina ganó el Mundial de México, el mismo año 1986 en que murió Borges.

En unos bares ven el fútbol, en otros el tenis. El bar Realito pasa de raquetas y pone un partido de la Liga inglesa en el que juega el Manchester City contra otro. A escasos metros, en la misma calle Trajano, el Naima Café Jazz, ambiente muy agradable, sí tiene puesto el tenis. El mostrador lo preside un cartel de Miles Davis. Una copa con Davis, el músico que actuó en los tiempos en que Argentina ganó el Mundial en el antiguo cuartel de la Maestranza de Artillería. En el Realito ya ha empezado el Madrid y se ve un primer plano de Di María. El jartible se puede dar un empacho de argentinos: a las seis, Di María; a las ocho, Messi; a las diez, Pocchetino.

El seis-seis sólo se da en el dominó. No hay empates en el tenis. Hoy llega el momento de desempatar. El triunfo de la pareja argentina lo vería su presidenta, Cristina Kirchner, durante su visita a Venezuela. Argentina debería estar en el sorteo de la Eurocopa. España está en el grupo de Irlanda y han cerrado el Flaherty de Alemanes. La Copa Davis es la variante deportiva del premio Nadal que en las letras ganó José María Requena y estuvo cerca de conseguirlo Eva Díaz Pérez.

Las raquetas no son para el verano. Y sirven, como enseñaba Jack Lemmon en El apartamento, para hacer macarrones. Perdió España, ganó Sevilla en la víspera del día oficioso de Andalucía. Noche de vigilia en el hotel Colón, el de los toreros. La puerta del Príncipe les espera donde se funden Sevilla con Santiponce.

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