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La realidad a golpes (5-1)

  • Severo correctivo del Atlético tras una media hora inicial del Betis tan buena como inadecuada. Adán regaló el 2-0 pero evitó una goleada de impresión.

La amplitud del resultado no debe llevar a engaño. El Betis pudo sufrir en el Calderón una goleada mucho más hiriente, espantosa, insólita, y fraguada en un planteamiento generoso y atractivo que en absoluto se ajustó a lo que el Atlético demandaba. Tocando y tocando, con un posicionamiento correcto y con notable paciencia, el Betis se pegó un tiro en el pie por no hacer lo que este equipo de Simeone mejor hace: jugar a la contra.

El plan del Betis era jugar de igual a igual, o al menos eso pareció, y el tema funcionaba de mentirijillas en una primera parte en la que el Atlético no encontraba huecos pero tampoco se dejaba intimidar. Es un Betis que saca la pelota jugada siempre y que aguanta la intensidad del Atlético con naturalidad. De hecho, a cada minuto que pasa se encuentra más cómodo, pero sin generar la menor incomodidad. Baste decir que la única ocasión atlética antes del primer gol arranca en fuera de juego de Griezmann, con parada de Adán y rebote de cabeza de Koke al larguero. Nada más.

Pero la impresión era la de un Betis lejísimos del gol y expuesto cada vez más a cualquier desajuste. El Atlético saca petróleo de un error, o de una posición adelantada, y así ocurrió, entre otras cosas porque la pareja de centrales del Betis no es la más rápida de las posibles y cuando el Atlético pareció ir cediendo metros en realidad invitaba al Betis a cogerlos para golpear en carrera.

Así, justo cuando el Atlético parecía cogerle antipatía a la presencia bética, Koke conecta perfectamente con Torres, en línea con Westermann, y lanzado el punta atlético resuelve con enorme categoría picando la pelota con el exterior ante la salida de Adán.

Bofetada en toda regla a un Betis encomiable en el que Dani Ceballos tenía muchísima más presencia que cualquier centrocampista local. Pero la cosa no queda ahí y, con el Betis acusando el golpe y su defensa bastante estática, Griezmann pica buscando un par de incorporaciones (en orsay) y Adán se olvida del balón al salir a tapar pasando entre sus piernas el balón para entrar mansamente. El golpe ya es doble y, con la firmeza defensiva del Atlético, casi definitivo. Y eso que, tras su tremendo error, Adán evita dos goles cantados antes de la pausa.

El oasis bético llega nada más salir de vestuarios, con un remate de Westermann que merece el gol pero entre Oblak y el palo lo evitan. Fin del Betis y comienzo de un vendaval que aprisiona al equipo de Merino en un sinfín de ocasiones en contra que convencen al bético de que cuanto antes acabe, mucho mejor.

Los cambios, lejos de mejorar al equipo, dejan al Betis sin el balón y el Atlético ya es el amo de todo. A la contra, en estático, a balón parado. La lección es tremenda y las paradas de Adán evitan un resultado vergonzoso. Si Damiao (¿jugó?) y Kadir aportaron poco arriba (el brasileño nada), la entrada de Xavi Torres tampoco tapó la hemorragia. El Betis ya daba cierta lástima y ni rastro de ese Betis seguro y firme de la primera media hora.

El gol de Rubén Castro, ya con 3-0 y en un regalo de Oblak, no hace sino empujar al Atlético, que a la contra reduce al Betis a cenizas. Nada menos que 15 tiros a puerta del Atlético, de casi 25 remates totales. Una auténtica barbaridad por tierra, mar y aire que dejó bien a las claras las enormes distancias, esas distancias que invitaban a jugar de otra manera, elaborando menos y haciendo correr al balón más. Justo lo que hizo el Atlético cuando el Betis cayó en el engaño de intentar jugar de igual a igual.

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