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La rémora del balón parado (1-2)

  • El Real Madrid cae ante la Juventus por dos fallos defensivos en jugadas de estrategia. Cristiano Ronaldo, que sólo dejó detalles, anota otro gol de penalti y sufrió una violenta entrada

La Juventus accedió a la final de la Peace Cup después de derrotar al Real Madrid por 2-1 en un encuentro que tuvo de amistoso solamente el adjetivo. Desde el pitido inicial, italianos y españoles mostraron una intensidad y despliegue físico impropio de las actuales fechas estivales. Cannavaro y Salihamizdic, por la Juventus, y Cristiano Ronaldo, por el Real Madrid, fueron los goleadores del choque.

Los veintidós jugadores todavía no se habían adaptado al arenoso estado del terreno de juego del Sánchez-Pizjuán -cuyo césped ha sido replantado recientemente-, cuando la Juventus anotó el primer tanto de la noche. El colegiado señaló una falta junto al vértice derecho del área madridista a favor de los italianos. A cargo del lanzamiento, Del Piero, el eterno capitán turinés, que colocó el esférico justo donde Cannavaro entraba a rematar libre de marca. La defensa blanca pidió un fuera de juego que había roto Cristiano Ronaldo.

Era precisamente el portugúes quien más inquieto se mostraba en el ataque del Real Madrid. Su presencia, una arrancada o el mero toque del balón por su parte eran suficientes para agitar la atención de los numerosos aficionados que poblaban las gradas del estadio nervionense, ayer de un color blanco más merengado. El portugués tomaba la responsabilidad de todo un Real Madrid, pese a que en los primeros instantes tendió a la frivolidad y al adorno, haciendo así honor a su otra condición de futbolista-escaparate.

Pero Cristiano Ronaldo no estaba solo en la empresa del gol. A tenor de los presenciado durante el primer tiempo, la urgente remontada también atañía a Granero, Lass y Benzema, que aportaban la intensidad debida en el centro y en el ataque, una intensidad suficiente para que los futbolistas italianos se mantuvieran tapaditos en su propio campo. A la espera. Al acecho. A la italiana.

Pellegrini volvió a hacer ayer una nueva prueba en la medular. Los ensayos, con gasesosa y para los bolos de pretemporada. Y Lass y Guti, con la generosa asistencia de un muy activo Granero, que se introducía continuamente en la zona ancha, propiciaban que la pelota tuvieran en el conjunto blanco a su único dueño. La Juventus se limitaba a esperar.

Las constantes llegadas madridistas hacían prever el empate. La intensidad y el arrojo de los jugadores blancos lo hacían más que merecedor moral. A poco del descanso, Chiellini derribó a Raúl en el interior del área y Cristiano Ronaldo, quién si no, se encargó de colocar el empate tras engañar a Buffon. Así se apuntó su segundo gol como madridista.

El partido se reanudó en la segunda mitad tal como había comenzado, es decir, con un prematuro gol de la Juventus. Y como en el primer tanto, Del Piero se encargó del lanzamiento del balón parado. Como en el primer gol, el centro fue preciso a la cabeza de Salihamizdic que, como en el primer gol, remató libre de marca. La lectura de los dos goles trasalpinos es clara: la defensa del Real Madrid parece repetir los errores en los que reincidió en temporadas anteriores.

A las huestes blancas únicamente le quedaba la reacción. Otra remontada debida. Pero el Real Madrid no era el mismo. Según caían los minutos en el segundo tiempo, el físico fue abandonando a los hombres de Pellegrini. Las piernas pesaban y ni siquiera los recambios ofrecían el oxígeno requerido. Sólo alguna arrancada de Benzema, el eslalon de rigor de Cristiano Ronaldo, el nervio de Lass o el arrebato de pundonor de Raúl sostenían la dignidad del conjunto madridista.

Inversamente proporcional al declive blanco, la Juve se fue creciendo y controló el partido. Controlar no era poseer la pelota. La identidad no engaña y los italianos ejercían de ellos mismos. Con el partido bajo el guión de Ferrara, Grygera entró en plancha a la rodilla derecha de Cristiano Ronaldo (89'), una violenta acción que hizo temer lo peor. No fue así por fortuna y el Madrid sólo se llevó el amargor de la derrota.

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