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Con respeto y por orgullo

  • Este Betis desahuciado en la Liga visita Vallecas con la intención de retrasar su deceso. Calderón apela al escudo para que el equipo compita hasta el final.

Condenado por una pésima gestión al descenso más ominoso que se recuerda en verdiblanco, los de Gabriel Humberto Calderón comparecen esta tarde en Vallecas con el deber, como el propio técnico argentino se ha encargado de apuntar estos días, de respetar a la institución que se representa y, sobre todo, a esos miles de béticos que no le han dado la espalda al equipo durante toda la temporada, pese al escarnio, incluso algunos lo llaman engaño, sufrido desde el verano.

Ese equipo confeccionado para clasificarse entre el quinto y el noveno -como incluso José Antonio Bosch se atrevió a apostar- o para repetir la clasificación europea -sentencia que Miguel Guillén repitió con la Liga ya comenzada- comparece en el estadio del Rayo Vallecano como último clasificado con sólo 22 puntos, desahuciado en la Liga y sin el respeto de ninguno de los órganos que integran el fútbol profesional español.

Sólo las matemáticas conceden alguna oportunidad al equipo verdiblanco, aunque las cuentas en Heliópolis ya se realizan para calcular cuándo se confirmará el definitivo y trágico descenso más que por soñar con el milagro de la permanencia. Ganando los cinco encuentros que faltan para acabar la Liga -una quimera tras lo realizado durante el resto del campeonato-, el Betis sólo podría alcanzar 37 puntos, una cifra que se antoja insuficiente para alcanzar la salvación. Aun así, una derrota ante el Rayo tampoco significaría todavía el descenso, ya que el Valladolid, el equipo que ahora mismo marca la frontera con los tres últimos, tiene aplazado su partido de esta semana ante el Real Madrid.

La visita a Vallecas tampoco parece sencilla para los intereses béticos. Para empezar, el equipo dirigido por Paco Jémez presume de números en la segunda vuelta, en la que ha cimentado sus opciones de permanencia, algo que prácticamente tiene a tiro de piedra. Con la máxima fe en el libreto del técnico, el Rayo ha dado los pasos suficientes para continuar una temporada más en la máxima categoría. Con la posesión del balón como primer mandamiento, los de Jémez asumen el control del juego, aunque también conceden espacios que pueden ser aprovechados por sus rivales.

El segundo motivo que no invita a la esperanza verdiblanca pasa por el repaso estadístico. El Betis ha salido goleado por idéntico marcador (3-0) en sus dos últimas visitas a Vallecas, mientras que también perdió el año anterior con ambos en Segunda. El máximo aprovechamiento que el Rayo realiza de las condiciones especiales de su estadio contrasta con la falta de adaptación bética, que tampoco ha contado con un rendimiento óptimo como visitante en esta temporada. Sólo un triunfo lejos de Heliópolis ha sumado el equipo verdiblanco, aunque sí fue con Calderón en el banquillo, que supo ganarle la partida a otro enemigo bético como Joaquín Caparrós.

La presencia de Rubén Castro no sirvió en anteriores compromisos para romper esa maldición en Vallecas, aunque el cuadro verdiblanco contará también esta temporada con Leo Baptistao, otro jugador que conoce a la perfección cómo se las gastan en la calle del Payaso Fofó. En principio, ambos aparecerán en un once en el que también estarían Jorge Molina y Vadillo, manteniendo ese perfil ofensivo que ya saliera de inicio en el derbi.

Con las obligadas ausencias de Juan Carlos por sanción y de Amaya por lesión, Chica y Paulao optan a ocupar sus puestos en el once, mientras que el chileno Lorenzo Reyes regresaría a su sitio en el pivote en detrimento del canterano Nono.

El Betis de Calderón afrontará uno de sus cinco últimos partidos en este campeonato y, aunque el mensaje del entrenador no pretenda apartarse del siguiente partido, las circunstancias provocan que en el entorno del club verdiblanco ya se hable más del futuro, tanto deportivo como institucional, que de las mínimas opciones de lograr la salvación. El vestuario tampoco se queda al margen de esa mirada a la próxima temporada, aunque, de momento, bien haría en finalizar ésta con el máximo compromiso al que obliga el escudo.

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