BETIS-VILLARREAL· LA CRÓNICA

Al ritmo del Villarreal

  • Golpe inesperado El Betis no pudo visar la salvación definitiva ante los suyos por culpa de un golazo de Marco Senna desde el centro del campo Parsimonia A los verdiblancos les faltó una velocidad más

La confirmación de la salvación definitiva del Betis, si es que ésta necesita aún algún visado, se demoró una semana más por la sencilla razón de que el equipo tan magníficamente entrenado por Francisco Chaparro fue incapaz de alterarle el ritmo a este Villarreal que aún sigue siendo el único que podría arrebatarle el título liguero al Real Madrid. No era una tarea sencilla, por supuesto que no, sobre todo si se tienen en cuenta los elementos que partían como titulares en la alineación de los verdiblancos, pero el partido concluyó con la sensación, pesarosa por supuesto, de que el Betis podía haber hecho mucho más.

Claro que para ello hubiera sido necesario que el encuentro se hubiera disputado a la velocidad en la que se juega en Europa y no como si se tratara de un San Lorenzo-River de la liga argentina, por citar a los dos equipos a los que entrenó Manuel Pellegrini antes de llegar a Villarreal. Ése fue el gran pecado del Betis en la tarde de ayer, el hecho de permitir que el cuadro levantino se moviera a un trote cochinero por la cancha, con la única misión de conservar la posesión del esférico.

Si encima el rival es capaz de marcar un gol desde prácticamente el centro del campo, con la mezcla de acierto del lanzador y despiste del guardameta que ello siempre supone, se completan los ingredientes esenciales del cóctel que condujo al Betis hasta la derrota. Evidentemente, existen muchos elementos colaterales para redondear el análisis, pero las líneas básicas responden a ello. Porque hasta el terreno de juego, aunque en mucho mejor estado, parecía propio de los pastos de los países suramericanos.

El balón sencillamente apenas corría y hasta ese factor, cabe suponer que ordenado por los técnicos verdiblancos por ser los dueños del terreno de juego, se le volvió en contra al Betis. Gracias a ello, el Villarreal se sintió tremendamente cómodo en la posesión del balón, jugó en cortito siempre, en distancias inferiores a la decena de metros y en esa faceta, está claro, no existe un equipo en la Liga española capacitado para robarle la pelota. El Betis, por mucho que lo intentara, tampoco.

A pesar de ello, Paco Chaparro, dentro de lo poco que puede proponer del mediocampo hacia adelante por las bajas, había planteado el encuentro con valentía. Tres hombres por el centro, como casi siempre, Odonkor y Xisco abiertos a las bandas y José Mari dispuesto a pelear con la pareja de centrales del conjunto villarrealense. Sí extrañaba que, sin Edu ni Mark González, tanto Pavone como Sobis se quedaran inicialmente en el banquillo de los suplentes. Por nombres, y en el caso del delantero argentino también por rendimiento, podrían haber tenido un sitio entre los once elegidos, pero el técnico trianero, mejor que nadie, es quien conoce las circunstancias que se han dado a lo largo de la semana de entrenamientos.

Con semejantes mimbres, el Betis salió a buscar al rival desde el pistoletazo de salida. Los verdiblancos, incluso, tenían un puntito de agresividad más que el rival. En ese arranque, además, emergió la figura de Juande, que acompañaba a Capi por delante de Arzu. Suyo fue un par de pases al hueco ante los desmarques en ruptura de Xisco y José Mari hacia dentro del área. Pero ni uno ni otro estuvieron acertados a la hora de disparar hacia Diego López y éste lo tuvo fácil.

La propuesta del Betis, por tanto, parecía interesante, entre otras cosas porque el Villarreal tampoco ha llegado al final de la Liga con el depósito cargado de combustible y juega a un ritmo impropio de una competición europea. El problema es que la tabla de clasificación, a estas alturas, no engaña a nadie y si los visitantes llegaban como segundo en ella será porque sus hombres tienen mucha calidad. Bastó un error en la salida del balón del Betis, un pase perdido en el centro del campo para que Marco Senna levantara la cabeza y se atreviera a marcar un gol a lo Pelé. El problema para el Betis fue que el medio centro del Villarreal, al contrario que su afamado compatriota, sí acertó con la portería y, con la colaboración de la escasa estatura de Casto, marcó un tanto de ésos que se le recuerdan durante toda la vida al autor del mismo.

Desde ese momento ya nada fue igual que antes. El Betis, aunque no alteró su planteamiento, se sintió mucho más inseguro y fue el Villarreal quien llevó el juego hasta donde más le convino en todo momento. Incluso, a pesar de jugar andando, sus hombres llegaron con ventaja a las proximidades de Casto más de una vez antes del intermedio.

Pero el equipo de Chaparro no se dio por vencido y trató de rebelarse contra ese discurrir de los acontecimientos. El problema fue que no contaba con argumentos para inquietar al gigante Diego López, que se alegraba por los balones que le llegaban por arriba. Al final, Juanito pudo empatar y tal vez hubiera sido un premio justo para el Betis, pero el marcador sólo se movió en el golazo de Senna. A ritmo de San Lorenzo-River, es complicado derrotar al Villarreal.

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