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El ritmo es una quimera así

  • Una pareja tan estática como Romaric y Renato, Kanoute en baja forma, Acosta sin chispa... Así era imposible romper las líneas del rival · Los extremos no bastaron

Jiménez sigue sin verlo. Su equipo asegura el orden y la firmeza defensiva, pero su mente se nubla cuando se trata de hincarle el diente a un equipo encerrado. El Sevilla, aun con Zokora, sufre una barbaridad para imprimir intensidad al juego colectivo, falta el juego sin balón, se echan de menos los demarques, que los que no tienen la pelota acompañen a Navas o Perotti en sus galopadas, por ejemplo. Aprieta a arreones y suele decantar a su favor los pulsos por los chispazos de calidad individual de Jesús Navas, Luis Fabiano, Kanoute, Perotti... Y sin el marfileño, que tampoco es Mauro Silva ni de lejos, eso de imprimir ritmo para que aparezcan los espacios en las líneas enemigas se convierte en poco menos que una quimera. Sobre todo si el dúo que lleva el timón lo integran Renato y Romaric (la pelota se convierte en un balón medicinal para el africano), si Kanoute es una alargada sombra del crack que suele ser y si Acosta evidencia, como en su carrera hacia Iraizoz, que necesita muchos minutos en la ciudad deportiva y en partidos oficiales para exhibir la mínima chispa exigible a un profesional.

Defensa

Esta vez compusieron la zaga Stankevicius, Fazio, Dragutinovic y Adriano. Otra combinación novedosa, la enésima en una línea donde los cambios son especialmente delicados. Esta vez, Fazio anduvo más dubitativo que en sus partidos recientes. Cuando Llorente o De Marcos lo arrastraron a espacios más abiertos, cerca de la banda derecha, sufrió por su rigidez de movimientos, sobre todo en los giros. Dragutinovic también lo pasó mal para anticiparse a Llorente, cosa que apenas hizo. Pero cuando el Athletic ganó balones en tres cuartos de campo no tuvo arrestos para hacer daño al Sevilla. Ni siquiera con uno más se animaron los leones a abrir el campo, buscar la línea de fondo y apelar al poder rematador de Llorente. Mejor para el Sevilla, que se limitó a cerrar las posibles segundas jugadas cuando el Athletic colgó balones a la frontal del área, que fue casi siempre.

Ataque

Vista la casi nula intensidad colectiva, Jesús Navas no pudo explotar sus sobresalientes cualidades en la banda. Tardaron más de diez minutos en darle el primer balón medio claro en su zona, con eso queda todo dicho. El palaciego no bajó los brazos, claro que no, él sigue erre que erre. Pero eso no bastó ayer, con Kanoute peleado con el mundo y pocos blancos ofreciéndose para asociarse con el extremo (¡ay, esos tiempos de Daniel, qué lejanos parecen ya!).

Perotti y luego Capel también apretaron por la izquierda, pero tampoco encontraron respuesta. Ni Adriano desde atrás apoyó esta vez.

Virtudes

La casta y el orgullo para buscar la portería contraria en la media hora larga que jugó con uno menos.

Talón de aquiles

Renato, Romaric, Lolo, Duscher... Si no juega Zokora, juntar las líneas, apretar arriba e imprimir un ritmo de juego acorde al de un aspirante a Champions es una misión casi imposible. Si con el marfileño ya cuesta...

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