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El santuario de Jesse Owens y... de Usain Bolt

Usain Bolt volvió a romper los moldes, a demostrar que es el gran rey del atletismo actual, y lo logró como los más grandes de toda la historia, como hizo el mítico Jesse Owens en el mismo escenario del Olímpico de Berlín.

Velocista alejado de los arquetipos de corredor fornido y contundente, casi de corte desgarbado, fue otra vez el relámpago que encandiló al mundo, ese chico de Sherwood que cada vez corre más y más, y que cada vez se divierte más y divierte más a la gente.

Si en el Nido de Pekín fijó el tope del hectómetro en 9,69 en una primera noche mágica, en Berlín rebajó el crono hasta unos increíbles 9,58 y ganó la primera parte del gran duelo de los Mundiales al estadounidense Tyson Gay, que batió otro récord, el de su país con otros sensacionales 9,71. Nacido en Trewlany, en la costa noroeste de Jamaica, el 21 de agosto de 1986, el hombre más rápido del planeta es también el nuevo campeón mundial de los 100 metros a costa del anterior poseedor del trono. En la actualidad atesora los más grandes oros que podía acaparar un velocista.

Todo lo que hizo ayer en el Olímpico berlinés fue espectacular. Antes de la carrera desplegó su habitual show de gestos simpáticos. Una obra perfectamente preparada e interpretada a la par que Gay optaba por la prudencia y la sobriedad. En la carrera el tiempo lo dijo todo. Se esforzó más de lo habitual por la superioridad que ha mostrado desde su gran explosión en Pekín. Gay le exigió como pocas veces nadie le ha exigido desde entonces. Pero dio la impresión de que tiene margen para mejorar.

Bolt disfruta, se le nota. Un reggae man de primera. Su estilo, con esos 1,95 que le hacen ser el más alto en casi todas las carreras, le hacen disponer de un estilo, absolutamente espectacular. Sus zancadas son como bocados al tiempo, al espacio, y su carrera parece irrefrenable. Ahora le queda seguir con el espectáculo en los 200 y el relevo 4x100 para repetir el triplete que logró en los Juegos de Pekín y que Gay obtuvo en los anteriores Mundiales de Osaka.

Bolt tardó un tiempo en presentar realmente sus credenciales de gran monarca de la velocidad, pero cuando el año pasado lo hizo ya nadie puede con él. En Osaka 07 fue subcampeón en 200, ahora nadie puede discutir que es el más grande del momento y quizá de la historia. Lo demostró en el faraónico Nido de Pájaro y ahora lo ratifica en la cuna de las hazañas de Jesse Owens ante el mismísimo Hitler.

Hijo de Wellesley y Jennifer, que practicaba crícket de chaval, hasta ese momento tenía una mejor marca personal aceptable, pero nada del otro mundo, de 10,03. Se dio a conocer al mundo, como figura en ciernes, cuando ganó el oro en los 200 metros en los Mundiales Juveniles de Sherbrooke (Quebec, Canadá) en 2003 y un año después batió la plusmarca junior de dicha distancia con 19,93.

En 2004 optó por ponerse a las órdenes del entrenador Glen Mills, quien llevó al cristobalense Kim Collins al sorprendente título mundial de los 100 en París 03, y suele entrenarse junto a sus compañeros en el estadio Nacional de Kingston, en tanto que Asafa Powell prefiere las instalaciones de la Universidad de Tecnología.

Una lesión de rodilla le hizo fracasar en Atenas 04 y en Helsinki 05 solamente pudo quedar octavo en la final de los 200, pero en Osaka 07 comenzó su verdadera resurrección con la plata en el doble hectómetro tras Gay y en el relevo. Ahora ya nadie puede discutir que es el auténtico rey mundial de la velocidad.

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