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Con sufragio universal

  • El Sevilla está obligado a ganar con o sin la aprobación de la grada, aunque bajo el apoyo de ésta le será más fácil. Tras caer ante Granada y Athletic, los de Marcelino corren el riesgo de descolgarse.

Un sevillista, un voto. Claro que sí. Los propios estatutos de lo que allá por 1905 se fundó como "Sociedad de Foot Ball" hablaban de que en él iban a tener cabida todas las capas sociales sin distinción de ideas o condición. Hoy, el sevillismo, después de tres partidos sin ver ganar a su equipo en casa y, según muchos, no ver nada de nada en la victoria del conjunto de Marcelino en Zaragoza, tiene la oportunidad de expresar su opinión libremente. De apoyar a sus futbolistas y salir contento si los tres puntos se han quedado en casa al final del choque o de acaparar cualquier argumento negativo para alimentar el debate durante la semana.

El sevillismo -o una parte, para no ser injustos y no meter a todos en el mismo saco- se ha vuelto exigente por convicción, aunque aquí, si uno no es consciente de ello, el que lo ve desde fuera sí puede hacer la distinción entre lo que es exigencia, un valor que tiene una connotación positiva por la superación que lleva emparejada, y lo que es simple y llanamente inconformismo mecanizado. El Sevilla no hace un gran fútbol, cierto es, pero ¿qué equipo lo practica hoy en día aparte del Barcelona? ¿Y qué se entiende por buen fútbol? ¿O no es menos estético el que lleva a cabo el Madrid de Mourinho y sin embargo suma 6 puntos más que su gran rival?

El Sevilla debe ganar hoy al Getafe por y para engancharse a los puestos de Champions, para que no se le escape el Valencia y y para seguir cerca de sus objetivos naturales. En ningún caso para convencer a los incrédulos ni para bajar de la nube a los románticos. Marcelino lo hizo ayer y el presidente, José María del Nido, fue el viernes cuando se dirigió a la afición del Sevilla para pedir el apoyo a los jugadores que defiendan hoy su escudo. Si el fútbol de este equipo no está llamado para la lírica, peor será si no tienen el aliento de la grada, el factor que más favorece precisamente a la prosa.

Y puestos a hacer actos de contrición, el primero que parece haberse aplicado el cuento es el entrenador. Marcelino, machacón hasta hace poco con un esquema que dejaba al centro del campo del Sevilla en inferioridad numérica en prácticamente todos los partidos, ensayó en Zaragoza con ese nuevo patrón que dice que en punta debe jugar un delantero en solitario y el equipo se comportó de otra manera. Bien es cierto que en la segunda mitad sobrevino otra vez ese bajón físico que tan preocupados tiene a los técnicos, aunque éstos entiendan que la raíz del problema no esté en lo físico sino en lo psíquico, en esa falta de seguridad de algunos jugadores para mantener la posesión de un balón que está demostrado que a este equipo le cuesta mucho recuperarlo.

Con ese 4-1-4-1 con dos interiores -nada que ver con extremos aunque lo repitan mucho- que escolten a Medel por el centro unos metros más adelante también debe tener más frescura el Sevilla de Marcelino a la hora de atacar, porque eso es lo que tiene que hacer hoy ante el Getafe, atacar y fabricar ocasiones hasta apabullar si puede en cualquier fase del encuentro en que aparezca la eficacia a un rival que se ha acostumbrado a ganar en Nervión pero que también fue la víctima en la verdadera exhibición del Sevilla de Juande Ramos, un 3-0 en media hora justo después de que el equipo blanco soltase la presión de meterse, por una vez, en una final, la de Eindhoven. Ese Sevilla sí jugaba bien de verdad, ése, pero también es bueno no hacer extensiones tan amplias que se escapan de la memoria. Ni para lo bueno ni para lo malo.

El Sevilla de hoy juega al fútbol como juega o como le dejan y de sacar partido de sus virtudes -las actuales, no las pasadas- debe vivir para buscar y lograr sus objetivos deportivos. Del Nido ya ha avisado de que los partidos que el equipo de Marcelino tiene hasta el final de año van a servir para ver si puede volver la ilusión o si se va a acabar descolgando de la lucha por los puestos tercero y cuarto. Y si ha salido de boca del presidente el personal debe andar aplicado para no defraudar a nadie, ni al presidente ni a una afición que, al fin y al cabo, manifiesta a su manera esa exigencia que siempre lidera en su papel el máximo dirigente nervionense.

El Getafe, aunque tenga buen equipo y venga de ganarle al Barcelona, ofrece pésimos números como visitante, pero las noches ante Racing, Granada y Athletic están en el aire enrarecido que pueda respirar el equipo si no da dos pases seguidos a las primeras de cambio. Pero eso no debe importar a los jugadores de Marcelino, que han de ganar con o sin mayoría absoluta, con o sin la aceptación de la grada. Estamos en tiempos de sufragio universal, que no es otra cosa que el derecho a voto de toda la población adulta de un estado, independientemente de su raza, sexo, creencias o condición social.

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