La Crónica · Celta - Sevilla

No tocar lo que funciona (2-0)

  • El Sevilla muestra su cara más floja del presente curso liguero y cae con claridad ante un Celta mucho más metido en el partido. Las bajas llevaron a Míchel a apelar a dos delanteros y el cambio jamás funcionó.

El Sevilla bajó al reino de los mortales en Balaídos. El equipo de Míchel jugó su peor partido del curso y fue derrotado con toda justicia por un Celta al que, cierto es, se le abrió el camino con otra nueva jugada dudosa al decretar Gil Manzano penalti en unas manos de Maduro cuando estaba en la barrera en una falta. Pero esta vez no existen excusas para los sevillistas, la derrota no admite ningún paliativo y tuvo mucho más que ver con el planteamiento erróneo del encuentro por parte de los nervionenses y, por qué no decirlo, también con la elección de unos futbolistas que no estuvieron a la altura de los compañeros que no estaban.

Porque el Sevilla, para empezar, fue mucho menos Sevilla sin Medel, Rakitic y Trochowski, los tres hombres que le habían dado fuerza en el centro del campo con Maduro como escudero de todos para taparles las espaldas. Ante esas importantes ausencias, Míchel optó por un esquema diferente, por jugar con dos delanteros claros, caso de Negredo y Babá, y establecer una asimetría en el campo en la que prácticamente se despreciaba la banda izquierda. Además, apostaba por los jóvenes Campaña y Kondogbia como centrocampistas en ese equipo inicial y ambos demostraron que aún les queda camino por recorrer hasta el máximo nivel.

Respecto a lo primero, el técnico puede argumentar, incluso con razón, que el sancionado Rakitic también se estaba desempeñando casi como punta en los partidos anteriores. Pero ni siquiera esa justificación tendría validez, pues las diferencias entre Babá y Rakitic son considerables desde todos los puntos de vista. Y al final lo que se vio fue un equipo mucho menos compacto, con dos hombres arriba a los que les costaba mucho trabajo conectar con quienes llegaban desde atrás. En definitiva, una vuelta al pasado, a ese Sevilla de la anterior campaña con dos delanteros incapaz de mandar en el partido como lo hiciera, por ejemplo, en Riazor contra el Deportivo. Es verdad que esta vez no eran cuatro los delanteros, ya que en la banda izquierda no había un extremo y sí un centrocampista, o, mejor, no había nadie, pues Kondogbia y Babá, igual que Negredo, rara vez se pusieron de acuerdo en quién debía acudir allí.

El resultado es un Sevilla raro en el presente curso, atípico, incapaz de meterse en acción desde el primer minuto. Tanto que Jesús Navas ni siquiera fue capaz de aprovechar el regalo que le hizo Roberto Lago no más comenzar el juego. Corría el minuto 2 y el lateral dejó el balón muerto en un intento de cesión a su guardameta, parecía muy fácil para la velocidad del extremo palaciego, pero éste se frenó al final en su carrera y permitió que Sergio Álvarez, sustituto al final de Javi Varas, privara al Sevilla de una jugada que pudo cambiar claramente el devenir de los acontecimientos.

Quedaba mucho tiempo por delante, de cualquier forma, y todo podía suceder. Pero el Sevilla no fue capaz de entrar de verdad en el juego en el resto del partido. Campaña, muy libre sobre el campo, era el encargado de hacerlo fácil, de llevar la pelota a los terrenos más fáciles para los suyos, pero el joven canterano hizo justo lo contrario en la mayoría de las ocasiones que tuvo para conducir con escasos contrarios a su alrededor. Demasiados pases en largo hacia zonas en las que era complicado llegar con ventaja, contras desperdiciadas y pocas veces la capacidad para crear superioridades en esa banda derecha que parecía la única vía para que el equipo nervionense atacara.

¿Quiere esto decir que el equipo de Míchel no contara con opciones para adelantarse en el marcador? En absoluto, tanto Kondogbia como Babá se encontraron en situación de hallar un socio dentro del área para facilitarles la tarea, pero el primero no llegó a conectar y el segundo se la dio a Negredo para que éste sólo rozara el balón y se topara con un defensa cuando parecía que era fácil adelantar a su equipo.

Así se arribaba al intermedio, a esos minutos en los que se debe analizar las cosas y tratar de arreglarlas. Míchel, desde un palco vip de Balaídos, lo tuvo claro, sacó del campo a Babá y metió a Reyes para acercarse al esquema que ha venido utilizando hasta ahora. El Sevilla sí dio entonces una sensación de mando mayor, aunque tampoco Reyes aportó excesivas cosas desde la mediapunta, pero algunas malas decisiones de Jesús Navas a la hora de rematar las llegadas impidieron que se pusiera en esa fase del encuentro por delante.

Y con el litigio en un cara o cruz, al equipo de Míchel le salió la opción negativa en una acción muy tonta y que la pudo evitar perfectamente. Una falta en el borde del área era lanzada de manera inocente por Iago Aspas, pero Maduro saltó con las manos arriba para protegerse y el joven Gil Manzano estimó que fue penalti. Después de no haber tomado la acción en el arranque tocaba la reacción con el 1-0 a favor de los gallegos. El Sevilla, ya con Manu del Moral, lo intentó; tibiamente, pero lo hizo. Negredo tuvo un par de oportunidades claras y en la segunda de ellas el debutante Sergio le hizo un verdadero paradón en un cabezazo. Fue la última opción de un Sevilla que, en su versión B, se estrelló en Balaídos por la sencilla razón de que renunció a ese camino que tan buenos réditos le venía dando hasta ahora desde el centro del campo. Principio primero: no tocar lo que funciona..., aunque falten piezas.

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