EL DERBI SEVILLANO· FRENTE A FRENTE

El último quiebro al tiempo

  • El recurso de salir de la banda natural mitiga la pérdida de velocidad, tanto como desarrollar inteligencia Los más veteranos libraron un duelo desigual, como el derbi en su globalidad

La edad es un grado, aunque, en el caso del fútbol, depende de para qué. La vuelta de Joaquín Sánchez al Betis hacía inevitable una comparación de su fútbol durante un derbi con su alter ego en el eterno rival, un José Antonio Reyes que se preparó concienzudamente para llegar bien a este partido. Los dos capitanes, los dos veteranos, los dos canteranos... protagonizaron ayer en el Sánchez-Pizjuán su particular interpretación de lo que puede llamarse el último drible al ocaso, a un paso del tiempo que en el fútbol se torna implacable.

Reyes ganó el derbi y no porque el Sevilla saliera vencedor del cuarto de la temporada. El utrerano, aunque sea a cuentagotas, aún guarda ese papel importante en una plantilla que supera en mucho a la del Betis hoy por hoy, técnica y físicamente. Son dos años menos y se notan... Los 32 del sevillista parecen -según lo visto ayer en el campo- muchos menos que los 34 del bético, que cumplirá uno más en julio. Traducido en fútbol, el diez nervionense fue más decisivo que el siete heliopolitano, dónde va a parar. Para empezar, encaró el inicio del choque queriéndose erigir en protagonista y aprovechando, eso sí, el mayor empuje de su equipo. El utrerano era un gasolina con carretera para acelerar y el portuense, un diésel en un camino de tierra y con la cerca echada. A los diez minutos ya había provocado dos faltas, tres al llegar al cuarto de hora. Y más. El robo del balón que acabó en el primer disparo a puerta de la tarde, de Banega; el engaño dejándola pasar en un córner que empaló Konoplyanka; un precioso pase de cuchara a Gameiro a la media hora; un taconazo a Banega para agilizar un avance... Todo ello ofreciéndose, apareciendo por ambas bandas, también en la izquierda, y jugando al despiste con un marcador fuera de su zona, Montoya. Ni por ser una marca natural pudo frenarlo en esa fase del partido, un diestro marcando a un zurdo en el carril del siete... el mundo al revés.

Reyes se fue al descanso siendo el jugador que más pases en el tercio superior del campo había completado de los 22 actores del derbi, 5/7. Joaquín, mientras, en esa posición de delantero lo había intendado, más que nada en los cinco minutos iniciales, hasta que su equipo retrocedió plegado por el empuje de su oponente.

El de El Puerto todo el peligro que pudo generar lo hizo a balón parado. Un par de córners que acabaron en dos ocasiones de Cejudo y alguna falta lateral sacada con tanta intención como falta de continuidad. Con el balón en movimiento, le ocurre como a todos los extremos que van cumpliendo años (y Reyes puede explicarle algunos porqués), saliendo de su posición natural para buscar el centro y la banda contraria, allí donde la velocidad ya no es un factor determinante. El utrerano ya en el Atlético se especializó en la derecha, desde donde ve el fútbol con más perspectiva. El gaditano lo hizo en la Fiorentina, donde Montella lo entendió rápido. Son los recursos para dar el último quiebro al paso del tiempo.

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