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No vale con aprender

  • Pese al tímido inicio del Barça, su potencial y el endeble Cajasol de la ACB convierten en gesta un triunfo en el Palau. Los sevillanos, obligados a competir.

Instalado en la triste realidad de dar muchas de arena y pocas de cal, el Cajasol se acerca al primer tercio de competición en esta décima jornada visitando al más grande y temible ogro: el campeón Barcelona. El indomable equipo de Xavi Pascual en la Europa, en la que transita con un pleno victorioso de ocho triunfos en otros tantos duelos, enseña sus vergüenzas en la Liga Endesa, con cinco alegrías y cuatro bofetones inesperados que lo colocan en una extraña séptima posición a estas alturas de la temporada. El Barça es el Barça y no hay que hacerle mucho caso a los números clasificatorios. Al Manresa se lo merendó en el Palau con una paliza imponente, aunque con el Blancos de Rueda pegó un patinazo a la vera del Camp Nou digno de mención.

Es noticia el conjunto azulgrana por exhibir las dos caras de Jano, pero preocupa más el horrible semblante hispalense en la ACB, donde malvive rodeado por tres iguales como el Fuenlabrada, el Lagun Aro y el Manresa con una victoria y ocho derrotas. Mejora su rostro cuando muta el traje liguero por el europeo, pues está a tiro de piedra de la clasificación al Last 16, hecho que certificaría si derrota el miércoles en San Pablo al Dinamo Sassari. Pero la Eurocup no es un objetivo y sí la ACB.

Vuelve Aíto al Palau, lugar en el que logró sus mayores hazañas y sitio en el que fue vituperado antes que alabado, por más que se quedara siempre a las puertas y nunca consiguiera ese ansiado tesoro llamado Euroliga. El Joventut y el Barça fueron los clubes que más disfrutaron de la sabiduría de un entrenador valiente ante los retos de entonces y quizás demasiado osado cuando aceptó venir a Sevilla para sacar adelante a un grupo de pipiolos y sin referencias de alto nivel en la plantilla. Tras su larga carrera en Cataluña, emigró a Andalucía y en Málaga no dejó un buen recuerdo aun rindiendo muy bien en la primera de sus dos temporadas y media en el Carpena. Con más motivación que un juvenil, suplió a Plaza con el fervor de la fe baloncestística, del entrenador que no puede estar parado en casa.

Habituado a las críticas reconvertidas muchas veces en loas, Aíto no desfallece y sigue pensando que el proyecto hispalense se puede sacar adelante. Para ello necesita, obviamente, la ayuda del grupo que dirige. En el Palau lo necesitará aún más después de haber dado el equipo una imagen lamentable en salidas mucho menos incómodas como los partidos contra el Estudiantes, el Blusens y el CAI, por citar alguno.

No vale con aprender en esta tesitura y ahí que ir a morder, a competir, a querer ganar y poner en el aprieto a un Barcelona en el que Navarro aparece y desaparece en función de su estado físico. Sin el capitán de la selección española, sufren los culés, que firmaron a Tomic para apuntalar con puntos el juego interior junto a Lorbek; incorporaron a Jawai para meter miedo bajo los aros, ficharon al prometedor Abrines, hicieron que regresara el ídolo Jasikevicius para poner el broche de oro a su trayectoria; mantienen a Huertas, a Sada, a Ingles, a Rabaseda, a Mickeal, a Wallace... Pero la escopeta se encasquilla en la Liga y hasta cuatro veces han errado el tiro para dejar escapar cuatro encuentros, el último la pasada jornada ante el Valencia Básket. Aun así, hay que insistir, es el Barça: el segundo en porcentaje de tiros de dos, aunque en los triples andan sólo un poco mejor que el pobre lanzamiento exterior cajista, el equipo que cuenta con una sólida defensa y que en cualquier momento está capacitado para arrollar al contrario, como le hizo al Besiktas el viernes.

Miedo da la desconexión del Cajasol en cada partido. Tres o cuatro minutos de embobamiento hacen que todo se vaya al garete, más aún si delante está el Barcelona. Es de cajón que estando cogido con alfileres el plantel sevillano, el partido debe ir a pocos puntos para soñar con la gesta. El primer cuarto contra el Madrid sirve de ejemplo de que los chicos defienden cuando se ponen, aunque cuando reciben, se les dispara el chip y en ataque empiezan a regalar balones y balones.

Dando por sentado que a los chavales poco a poco se les tiene que ir quitando el miedo de estar en la ACB, la premisa básica está en exigirles mucho más a los más veteranos: Triguero, Bogdanovic y Tepic tienen muchos partidos a cuestas y sus compañeros los necesitan. Asbury debe ser el mismo que en la Eurocup, Holland tiene que tranquilizarse y demostrar su nivel, y Dozier seguir aportando.

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