Celta-betis

Sin valentía no hay gloria (1-1)

  • Los cambios dejan al Betis sin opción al contragolpe y permiten al Celta igualar cuando Rubén Castro traía de cabeza a toda la zaga local. El punto deja al equipo de Merino virtualmente salvado.

Pudieron ser tres. Por ocasiones, no por número pero sí por claridad, debieron serlo. Pero el Betis se volvió de Vigo con un buen punto que permite tener la permanencia virtual, aún con nueve puntos de ventaja sobre la zona de catástrofe con quince por jugar. Cierto que el calendario es duro pero la impresión es que la permanencia esta temporada será más barata en puntos que nunca.

El Betis pudo perfectamente castigar el atrevimiento del Celta, pero a veces lo que parece una decisión razonable se convierte en un espanto. Las contras béticas hacían un daño tremendo sobre todo el cambio de Joaquín tuvo un efecto nocivo en los intereses del equipo. No ya la entrada de Xavi Torres, un futbolista que al bético le da urticaria, sino porque Merino transmitía claramente su voluntad de amarrar como fuera. Se olvidó de lo que podía todavía generar y encerró al Betis sin el menor sentido, cuando el partido pedía claramente un cambio jugador por jugador, Portillo o Van Wolfswinkel, para que Rubén Castro tuviera la compañía que le había permitido plantarse varias veces ante Rubén Blanco.

El Celta, en cuanto el cambio encerró al Betis, tuvo un gol anulado a Guidetti por fuera de juego apretadísimo, por decirlo suave, de Nolito, y un tanto de Tucu Hernández en el que Bruno no ajusta la marca y Adán no tapó el primer palo. El cambio fue en el 75. El gol anulado en el 76 y el empate en el 78. Y todavía tuvo que dar gracias el Betis a que el Celta no tuviera acierto en su asedio.

Todavía antes empezó el cambio de cara del Betis. Cejudo sustituyó a Dani Ceballos y, a pesar del irreprochable trabajo del cordobés, el control de balón del utrerano se perdió y desde entonces, minuto 64, una sola contra en condiciones cuando el Celta dejaba espacios para aburrir.

Todo, cierto, pudo empezar fatal porque, a pesar del interesante giro de ver a Joaquín por el centro, un remate de tacón de Guidetti no fue gol por el palo y por Adán en el minuto 7 y la sensación del Betis era de pasarlo mal. Cuando peor lo pasada, y en su primera ocasión, Dani Ceballos conectó en el espacio con Rubén Castro, la defensa local cortó pero Montoya peleó el balón y asistió de gol a N'Diaye, a un metro y poco de la portería.

El Betis hacía bingo en su primer acercamiento y lo más normal habría sido ampliar la renta. Joaquín tiró al palo a la media hora y en el rechace también lo hizo Rubén Castro, aunque en fuera de juego. Adán evita el gol de Nolito, Orellana la manda al limbo cuando estaba para empujarla y el Betis alcance el descanso en situación inmejorable.

Dos cambios por lesión en el cuadro local, con la consiguiente limitación de alternativas para Berizzo, y Rubén Castro se planta ante su tocayo Blanco después de recorrer en solitario casi 50 metros, pues la defensa del Celta estaba diez metros en campo bético. El canario la picó perfecta pero el balón se marchó junto al poste. Muy poco después, el meta local solventaba un tiro duro de Rubén Castro y la sensación eran tan clara de poder sentenciar que los cambios, por lógicos que fueron, se antojaron incomprensibles.

Con eso y con todo, Joaquín pudo lograr un gol olímpico (Rubén Blanco parece sacarla a tiempo, pero sólo lo parece...) y la valentía del Celta se encontró con un enroque abusivo del Betis que le permitió controlar el balón, evitar cualquier contra, empatar y por poco incluso más. No es malo el punto, estaría bueno, pero Vigo era un sitio estupendo para cerrar la temporada con un triunfo de postín al que el Betis, extrañamente, como que renunció...

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