El Departamento de Justicia de EEUU anunció ayer un acuerdo con Takata por el que el fabricante nipón de componentes del automóvil se declara culpable por un defecto en millones de airbags que ha causado la muerte de, al menos, 11 personas y pagará 1.000 millones de dólares en multas y compensaciones.

Al mismo tiempo, las autoridades judiciales estadounidenses imputaron a tres antiguos empleados de Takata por su implicación en el escándalo, Shinichi Tanaka, Hideo Nakajima y Tsuneo Chikaraishi. Se les acusa de fraude electrónico y conspiración para cometer un delito, al hacer que la empresa utilizase infladores de airbag que sabían desde el año 2000 que eran defectuosos.

El acuerdo especifica que Takata pagará 850 millones a los 19 fabricantes que han instalado sus airbags y se han visto forzados a reemplazarlos. Además, el fabricante japonés ha creado un fondo de compensación con 125 millones para pagar a las víctimas de los airbags defectuosos. Abonará también a las autoridades una multa de 25 millones de dólares.