José Manuel González-páramo, Consejero Ejecutivo de BBVA

"Las reformas estructurales tienen que tomar el relevo otra vez"

  • Ante la coyuntura de que desaparezcan los incentivos del BCE, "España debe estar preparada para enfrentarse al coste de la financiación".

  • "La reforma laboral necesita una segunda vuelta".

José Manuel González-Páramo, durante la entrevista. José Manuel González-Páramo, durante la entrevista.

José Manuel González-Páramo, durante la entrevista. / Juan Carlos Vázquez

-Hay una opinión creciente que defiende que la política de estímulos del BCE está en sus estertores. ¿Estamos preparados para que desaparezca esta política?

-El BCE tiene una misión fundamental, que es asegurar la estabilidad de precios de acuerdo con una definición muy concreta: una inflación a medio plazo que sea inferior pero cercana al 2%. Mientras la inflación o sus expectativas no estén a ese nivel, tiene justificación que el BCE inyecte liquidez. Ahora, no debería nadie olvidar que la política del BCE es una política extraordinariamente expansiva que está intentando alejar a las economías de la deflación y ofrecer una ventana de oportunidad para que otras políticas, la fiscal y las reformas estructurales, jueguen su papel. La economía española debería estar preparada para enfrentarse a un coste de financiación que no sea cero. ¿Cuándo será ese momento? Pues veremos, según se vaya recuperando el crecimiento y la inflación en la dirección del 2%.

-Usted define como suerte que los llamados vientos de cola -petróleo bajo en conjunción con esos tipos muy bajos- pero hay riesgo de que desaparezcan. ¿Es el momento de quitarlos?

-En España ha ocurrido la combinación de dos cosas. Decisiones acertadas que ha tomado el Gobierno español en la primera parte de la legislatura y los vientos de cola son los que nos explican tasas de crecimiento superiores al 3% o el año que viene en torno al 2,5%. Es la combinación, no se puede decir que ha sido sólo suerte, porque la suerte habría afectado a toda Europa y España está creciendo diferencialmente mejor. El mensaje es que si los vientos de cola empiezan a ceder, porque el tipo de cambio no se deprecia más o porque la política fiscal tenga que ser más contractiva para cumplir objetivos europeos, el papel de las reformas estructurales tiene que otra vez tomar el relevo. Tenemos en España un desequilibrio enorme, que es el desempleo, que requiere toda nuestra atención: políticas laborales, liberalización... Y tenemos otro desequilibrio, que es el endeudamiento, al que no debemos dejar de prestar atención. Porque nos financiamos mucho en mercados internacionales, tanto el sector privado como el público.

-Y barato ahora, ¿no?

-Y barato. Pero habrá un momento en que no lo sea o que haya más aversión al riesgo por cualquier razón geopolítica. Y en ese momento notaremos los costes de financiación. Cuanto menos expuestos estemos a ese riesgo, mejor.

-En los años precedentes hemos tenido la ventaja de tener un solo actor legislativo muy convencido de las reformas que tenía que hacer, pero ahora estamos en una coyuntura con más actores legislativos y, por tanto, la transacción será la que dé lugar a las reformas o no. ¿Es un riesgo mayor?

-Es más fácil decidir cuando hay una mayoría estable que comparte objetivos que si hay que transaccionar. Pero una vez que uno especifica con claridad cuál es el objetivo del país, que es reducir el desempleo y elevar el nivel de empleo, debería haber un acuerdo sustancial. Porque las barreras al empleo son conocidas. A fin de 2017 vamos a tener un nivel de empleo similar al que teníamos en 2009. Y eso quiere decir que hemos recuperado la mitad de lo destruido pero nos falta otra mitad. Si esto es una prioridad nacional, creo que no sería difícil ponerla en marcha.

-Ya en 2009 nos parecía una barbaridad...

-Una barbaridad...

-... tener un 18% de paro.

-No sé si era tan alto entonces, pero en todo caso estamos creando 450.000 empleos por año. Si seguimos con este ritmo, y por eso es una responsabilidad de los actores políticos mantener tasas de crecimiento tan dinámicas, llevaremos el desempleo a tasas comparables al resto de Europa.

-A pesar de que ha funcionado bien la reforma del mercado laboral, hay una gran reticencia a profundizar en esa senda, que es en la que coinciden los analistas.

-La cuestión es qué es lo que queremos. ¿Queremos elevar el nivel de empleo permanente, con contratos indefinidos? Si la respuesta es sí, tenemos que preguntarnos el porqué de la alta temporalidad. No creo a nadie le parezca sano.

-Los detractores aprovechan para decir que es porque no vale esa reforma laboral.

-No. Porque esa reforma laboral necesita una segunda vuelta. Hay que preguntarse qué es lo que hace que las empresas, pese a que saben que un trabajador temporal es menos productivo y tienen menos incentivo de invertir en él, no obstante siguen haciendo contratos de carácter temporal. Otra cuestión es que uno no esté tan interesado en elevar la tasa de empleo y reducir el paro y tenga otros objetivos más cortoplacistas.

-Y si no se consigue el deseable consenso social y político, ¿existe riesgo de retroceder?

-Confío en que no. La prioridad nacional para patronales, sindicatos, Gobierno y oposición es aumentar el nivel de empleo. Si eso se pone al frente no veo por qué hemos de retroceder.

-¿Brexit duro o blando?

-Yo era partidario de que no hubiese Brexit.

-Ya, le pregunto en la coyuntura que nos dejó el 23 de junio.

-Si se sigue adelante con esta idea, que no está decidido porque el artículo 50 no se ha aplicado aún, hay que ser sensato. No tienen sentido posiciones maximalistas que perjudiquen a los europeos del continente y a los de las islas británicas. Bien entendido que estar fuera de la Unión no puede ser algo tan ventajoso como estar dentro. Esto es un axioma desde el punto de vista de las ventajas que ofrece la UE en libertades...

-Sería muy peligroso lanzar ese mensaje, ¿no?

-Es una valoración política. Estoy de acuerdo en que sería una invitación. Si estar dentro es igual que estar fuera, algunos países no querrían estar sometidos a ciertas...

-... Por ejemplo, la cesión de soberanía que implica.

-Claro. Y no tendrían mayor dificultad a limitar algún tipo de libre movilidad. Creo que imperará la sensatez. A nadie le interesa autoinfligirse más daño que el de por sí ha provocado el Brexit.

-¿La decisión del pueblo de EEUU deja muerto el TTIP?

-No necesariamente. Hace no mucho ha tenido lugar la última ronda negociadora entre las partes y la siguiente reunión está lógicamente en suspenso por las elecciones. Lo iremos viendo. El instinto norteamericano y europeo sabe que el comercio es bueno y nos ha dado prosperidad. Veo muy complicado que la relación transatlántica, que tiene tantos siglos a sus espaldas, se rompa como consecuencia de la elección de un nuevo presidente.

-¿No ve un futuro inmediato plagado de aranceles?

-Creo que no. Porque el primer perjudicado sería el consumidor norteamericano.

-España aún no exporta lo suficiente y una de las razones es el tamaño de las empresas. ¿Qué pasos debe dar la pymes para crecer en tamaño y mercados?

-Es una buena pregunta. Porque uno de nuestros problemas es el minifundismo. Nuestras pymes son muy pequeñas. Son muy P y poco M, en comparación con las alemanas. Algunas pymes cuando se plantean crecer. Una de las primeras cosas con las que chocas son regulaciones que son disuasorias con ese crecimiento, de tipo laboral o de tipo fiscal. La Administración debería revisar qué tipo de regulación puede estar estorbando al crecimiento empresarial.

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