pantalla de humo

Merengue, merengue para un presidente

  • Desarreglado pero formal, Rajoy deja la impronta de su responsabilidad en 'El Hormiguero' de Antena 3

LA versión caribeña del himno del PP parecía estar pensada para momentos como éste, como la corneta del Séptimo de Caballería (tal vez, la corneta del coronel Custer): Mariano Rajoy es recibido a los salchicheros sones en El Hormiguero tras iniciarse la juerga en el programa de Pablo Motos. Merengue, merengue. Soraya se hubiera apuntado porque su jefe es sólo de bailar en bodas. El himno lo habrá bailado Moragas, dijo anoche. Y también que sea otro el que baile con la más fea, con la aritmética. Rajoy era el último en enterarse una vez más. En enterarse en este caso que la notoriedad mediática pasa por un prime time fuera de los informativos. Y El Hormiguero es la más limpia y blanca opción. Lo de ir a El intermedio sería una escabechina.

El presidente y candidato popular, tuteado por su entrevistador, llegaba dispuesto a decir cosas, a responder las preguntas firmes (pero sin repreguntas) de Motos y sus peluches. Rajoy, descorbatado, con camisa blanca y chaqueta negra. Sí, desarreglado, pero formal. Cercano, pero sin perder la compostura, sin dejar la responsabilidad en la cabeza y en el aura. Él no es de los que cambia de opinión, como Pablo Iglesias. "Mientras no se defina como demócrata cristiano me quedo tranquilo", dejaba caer con ironía sobre el líder de Podemos, entre unas risas más hilarantes que de costumbre, con aplausos que interrumpían. Había hinchas populares en la grada.

Repitió los argumentos de estos días. La historia del país más antiguo de Europa, ante Cataluña; las pensiones garantizadas, por los buenos augurios; las obligadas decisiones incómodas, sobre la crisis, para mejorar las cifras, con medio millón de puestos de trabajo por año hasta el 2019, en progresión geométrica. En esta campaña, los números se han manoseado como plátanos y a estas alturas no identificamos ya ninguna cifra.

En la pregunta sobre los habituales lapsus (Motos mencionaba los intestinos), el presidente se tomó con humor sus virales meteduras de pata. Las hormigas preguntaron por asuntos mundanos en la Moncloa: el teléfono rojo con Obama, que es negro, o sus visitas en Nochebuena al búnker para felicitar a los soldados. Y confesó que no volverá a montarse en un helicóptero. Como la intención era quedar bien, Rajoy dio muestra de su voluntad andarina, sudando lo justo, junto a su conocimiento geográfico (que falló en el programa de Bertín de diciembre), mostrando músculo sobre Málaga.

Motos, que se pica como una mandarina por ser mejor que sus oponentes, en esta ocasión se cansó ante la proeza atlética del presidente. Antena 3 cumplió con el acuerdo y Pablo, este Pablo, tragaba saliva. "Que gane el mejor", deseó el presidente, chaqueta al brazo. Como salido de una boda.

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