El Rocío

La calma antes del júbilo

  • La aldea del Rocío yace dormida esperando los primeros sones de flautín que la hagan despertar del letargo de todo un año

Quedan menos de siete días para que llegue el fin de semana de Pentecostés. A pesar de las pocas jornadas que quedan, la aldea vive en una calma que se verá rota en los próximos días con el desembarco de cientos de miles de romeros y de las 119 hermandades que llegarán para presentarse a los pies de la Virgen.

En la aldea hay poca gente. Sólo están los trabajadores de los comercios que se encargan de tenerlo todo preparado de cara al fin de semana grande, un autobús lleno de escolares que van a pasar el día al Parque Nacional de Doñana y un viaje de personas mayores que vienen de La Carolina.

Las casas de las hermandades están cerradas a cal y canto. Tampoco están preparadas las carpas que cobijarán a muchas hermandades que no pueden adquirir un trozo de terreno para levantar su sede. No se ven las mesas llenas de viandas en los porches. No se escucha una guitarra ni una voz rasgada por el polvo del camino que canta sevillanas. Las arenas no tienen las huellas de los tractores y de los todo terrenos. Tampoco hay que quitarse de en medio de la calle porque vaya a pasar un caballo.

El parking tiene preparada su estructura para poder rejonear a todo visitante despistado que deje su coche durante todo el fin de semana. Pero en la aldea no hay nadie. Está vacía.

Es fácil llegar hasta la reja para contemplar a la Virgen del Rocío entronada en su paso. Las puertas laterales no están llenas de arena. Sólo hay dos filas de estructura para poder apoyar las velas de ofrenda y promesa en la Capilla Votiva.

Los bares siguen poniendo tapas y ajustando sus precios. Tampoco hay largas colas en el estanco del pueblo para comprar tabaco ni huele a la diversidad de platos que cocinan los puestos ambulantes de comida.

Aún queda una semana para que el despertador suene en forma de tamboril y de flautín y levante del letargo a una aldea que da sus últimos coletazos de tranquilidad antes del júbilo. Hasta entonces sólo queda seguir caminando.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios