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Empresas y empresarios

‘Annus horribilis’ para SOS

  • La deuda acumulada y las pérdidas obligaron al grupo a efectuar provisiones y lo colocaron en una situación de asfixia casi insoportable

El año 2008 fue triunfal para SOS. En julio compró la marca Bertolli, líder en Italia, a Unilever, convirtiéndose de esta forma en la mayor empresa de aceite de oliva del mundo. Un hito. En diciembre se certificó esta venta en 628 millones de euros. Incluía, además de Bertolli, otras enseñas menores y una fábrica en Milán.

 Para poder acometer esta operación, la compañía española tuvo que pedir un crédito sindicado por un valor de 994 millones. A la postre, esta losa en forma de deuda supuso que el año 2009 fuera el año en que SOS vivió peligrosamente.

 La historia comienza un 27 de febrero, cuando el consejo de administración aprueba un préstamo de 212,7 millones a la sociedad Condor Plus, vinculada a Jesús y Jaime Salazar, presidente y vicepresidente de la compañía. El objetivo de ese crédito, crear una joint venture con el estado libio para plantar miles de hectáreas de olivar, es lo de menos. Lo relevante es que dos meses después, el 30 de abril, el consejo destituyó a los dos hermanos por considerar que ese “autocrédito” era una operación encubierta para desviar fondos de la empresa. Los consejeros que dieron el visto bueno a esta operación –fundamentalmente los de las cajas andaluzas, que controlan el 24 por ciento del capital– fueron los mismos que provocaron la caída de los Salazar. Alegaban que, en palabras llanas, habían sido engañados.

 Es a partir de entonces cuando se destapa la verdadera situación del grupo, maquillada hasta entonces por los Salazar. De un beneficio de 56 millones declarado en 2008 se pasa a unas pérdidas netas de 192,7, en gran medida causadas por el crédito a Cóndor Plus. La deuda acumulada y las pérdidas obligaron al grupo a efectuar provisiones y lo colocaron en una situación de asfixia casi insoportable.

 KPMG, auditora encargada de analizar las cuentas de SOS, advirtió a principios de mayo, poco después del cese de los Salazar, que la supervivencia de la empresa corría peligro si no renegociaba su deuda. La cuestión es sencilla: el crédito sindicado de 994 millones estaba sometido a requisitos técnicos de solvencia financiera. Algunos no se cumplieron, lo que significa que SOS se vio obligada a reconvertir 676,8 millones en deuda a corto plazo. Sin liquidez para afrontar esos pagos, la compañía estaba abocada a su fin. Sólo la renegociación podía salvar la situación.

 Mientras esta renegociación empezaba a producirse, la compañía tomaba medidas para reducir en el menor tiempo posible su endeudamiento. La primera fue el anuncio de ampliación de capital en 200 millones, lo que equivale a la mitad de las acciones. Las cajas andaluzas manifestaron su intención de mantener su peso, del 24 por ciento, y empresas como Bogaris, Hojiblanca y Ancora mostraron interés en entrar en el accionariado. Incluso Nueva Rumasa realizó una oferta en firme para adquirir el control del grupo: 1,5025 euros por acción a cambio de entre el 25 y el 30 por ciento de la corporación.

 En esta nueva estrategia, SOS reconfiguró su dirección. José Manuel Muriel, vinculado a la andaluza Santana Motor, fue designado consejero delegado. Y Mariano Pérez Claver, un hombre de Caja Madrid, se convirtió en la cabeza visible de la compañía: presidente ejecutivo. En junio, las cajas limpiaron el consejo: echaron a los hermanos Salazar, contra quienes SOS presentaron una demanda y una acción de responsabilidad civil, y también a algunos opositores minoritarios, como Daniel Klein y Lucas Torán.

 Con las manos más libres para maniobrar, las cajas emprendieron el camino inverso a los Salazar: la desinversión en activos. Eso sí, las marcas líderes en aceite no se tocan. El músculo principal de la compañía se mantiene. Sí se van a vender 5.200 hectáreas de olivar vinculadas al Proyecto Tierra, a la portuguesa Sovena; y la división del arroz. Pero en este último caso la operación aún se encuentra en fase incipiente. Oficialmente, está en fase de recepción y análisis de ofertas. Ebro Puleva, con una fábrica de arroz en San Juan de Aznalfarache, se perfila como candidata.

También hay anunciado un ERE temporal de seis meses para toda la plantilla, poco menos de mil trabajadores, pero la propia compañía lo ha paralizado, de momento.

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