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Empresas y empresarios

Ninguna mejora puede hacerse sin los empresarios

Juan Rosell Lastortras

Presidente de CEOE

El papel del empresario en la sociedad es, fundamentalmente, crear empresas que funcionen, que generen riqueza y empleo y, por ende, progreso para el país. En tiempos de crisis, esa función se hace mucho más difícil porque supone más riesgos aún si cabe que cuando hay periodos de bonanza. Pero el buen empresario no se arredra, y trata de continuar invirtiendo a pesar de que los obstáculos sean mayores que en otras circunstancias.

Al mismo tiempo, los empresarios en tiempos de crisis deben defender su papel protagonista ante la sociedad con mayor vigor porque la situación lo requiere, y en ese aspecto una organización empresarial como CEOE juega un rol muy importante.

Cada vez más los empresarios debemos afirmar con rotundidad nuestros principios fundamentales. Unos valores que son instrumento imprescindible para sacar a la economía y a la sociedad de la grave situación en la que se encuentra, y que aprovecho para recordar.

De un lado, las convicciones, sin sombra de duda, sobre la urgente recuperación de la conducta ética tras algunos de los errores producidos en el pasado, y que han deteriorado la imagen del empresario y de la empresa. Hay que volver a dar credibilidad a la economía libre de mercado y hay que erradicar todas aquellas prácticas que no cuentan con la moralidad y la ética como valores esenciales.

De otro, tener claro que debemos salvar nuestro Estado del bienestar. Para ello había que abordar todas las reformas que era necesario llevar a cabo con rapidez y convicción. No podíamos continuar como si nada pasara y, afortunadamente, entre todos las hemos impelido y podemos ver como ya son realidad alguna de ellas. Así, la reforma laboral, la financiera y la que conduce a la estabilidad presupuestaria. No son perfectas, pero significan un paso adelante, suponen  impulsos que van en la buena dirección para modernizar el país y sus normas, algunas muy antiguas.

En concreto, con la reforma laboral se pretende mejorar la eficiencia, la competitividad y la flexibilidad de nuestro mercado de trabajo, al mismo tiempo que pone en valor el acuerdo de moderación salarial alcanzado por los agentes sociales. Un acuerdo en el que se innova en el sistema de fijación y actualización de salarios, se prima la negociación en el seno de la empresa y la flexibilidad interna. Todo ello para adaptar la empresa al ciclo y a la competencia exterior, y crear oportunidades para el empleo y su estabilidad. De esta manera, la reforma recoge buena parte de los principios acordados por los representantes empresariales y sindicales. Es una aportación más para encontrar soluciones que ayuden a crear actividad económica y empleo.  

Para que la actividad empresarial pueda realizarse con menos dificultades y el apoyo de muchos, es igualmente decisivo ampliar las bases del consenso social para que todas las fuerzas sociales podamos colaborar en la salida de la tremenda situación en que nos encontramos. Son necesarios, más que nunca, puentes de entendimiento, pragmatismo y capacidad de adaptación. De todo ello hemos dado ejemplo CEOE, CEPYME, UGT y CCOO con los diversos acuerdos firmados, de una importancia capital.

Sobre todo, el II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva 2012, 2013, 2014, con el que, insisto, logramos un hito histórico y revolucionario al pactar una moderación salarial importante y la urgente necesidad de la flexibilidad interna de las empresas, en un ejercicio honesto y valiente de responsabilidad de los agentes sociales ante la crisis. No olvidemos que uno de los grandes avances de este acuerdo es el pasar a tomar la inflación europea, así como otros factores ligados a la productividad, como referencia para la subida salarial, volviendo a poner sobre la mesa la capacidad de los agentes sociales de reaccionar ante estos graves momentos. Otro acuerdo con enjundia es el firmado por los representantes de las organizaciones empresariales y sindicales sobre la solución autónoma de los conflictos, una nueva prueba de cómo empresarios y sindicatos asumen su papel y su responsabilidad ante la sociedad en su conjunto.

Pero además, los empresarios debemos hacernos oír en el ámbito político y recuperar los espacios que nos corresponden como miembros de la sociedad civil. Para ello debemos ser activos, involucrándonos en los problemas, tener voz y saber explicar todas nuestras propuestas. Los empresarios, especialmente en tiempos de crisis, debemos ser conscientes de que es hora de planteamientos públicos, sin estridencias, con calma, pero también con firmeza. Y con la insistencia y tenacidad que haga falta.

Los políticos y los gobiernos están pasando por momentos complicados que afectan a su credibilidad. Los empresarios debemos ayudarles para que se enfrenten a lo que tengan que hacer para impulsar la economía y el empleo con convicción y con los elementos necesarios para combatir la crisis. También debemos convencer a los jóvenes de que es momento de arriesgar y tomar iniciativas. Ellos son el futuro.

Uno de nuestros grandes éxitos sería hacerles ver la importancia de apostar por el riesgo y por la iniciativa de crear proyectos. En definitiva, por querer ser empresario. Para ello se necesita también que los poderes públicos fomenten, desde la escuela, los valores esenciales para insertar a los jóvenes en el mundo laboral y empresarial. 

Debemos convencer a políticos y sociedad en general, de que ninguna mejora, tanto económica como social, puede hacerse sin la empresa y sin los empresarios.

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