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Javier Urra. Psicólogo forense

"Si hay acoso escolar los profesores no vigilan bien"

  • Quien fuera primer Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid contempla la sobreprotección, el alcohol y las drogas como algunos de los problemas a los que se enfrentan hoy los niños y adolescentes.

Javier Urra (1957, Estella, Navarra) distribuye en sus largas y muchas horas del día la multitud de proyectos que consigue abarcar. Impulsado por un fortísimo sentido del deber, una vehemente ilusión por cambiar las cosas y una ilimitada capacidad de trabajo, el que fue el primer Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid habla con la rotundidad de una experiencia cargada de títulos, cargos, reconocimientos y premios y la fortaleza del que ha visto, enfrentado y sostenido los agujeros más oscuros de la infancia y la juventud. Le llena de orgullo haber puesto en el foco que los niños son el presenta.

-¿Tres cosas frente a las que debemos proteger al menor (en España)?

-Primero, de la permisividad con el alcohol y otras drogas, también de la sobreprotección, los niños tienen que saber que la vida les vencerá, que hay dolor, que hay sufrimiento... porque en España de lo que más mueren los jóvenes de 18 a 24 años es de suicidio, hay que hacerles resilientes. En tercer lugar creo que hay que defender a los niños frente a las separaciones mal llevadas, sin que se tenga en cuenta el interés del menor. Un cuarto, como prórroga, sería aquello que a los jóvenes les genera un vacío existencial, creo que hay jóvenes sin proyecto de vida. 

-¿Cómo se llega a tener ese vacío?

-Porque no se llena de contenido. Si a mí a los siete años me mandan a un campamento, y miro las estrellas y me pregunto si habrá alguien más, si entiendo que la vida es compartir la cantimplora, si me levanto ilusionado para escribir porque sé que a alguien le va a interesar... estoy lleno de sentido, pero si todo lo centro en la búsqueda del placer, de la satisfacción, del hedonismo, de la felicidad... posiblemente al final te das cuenta de que la vida no te llena. 

-¿Algún objetivo cumplido que le enorgullezca especialmente durante su etapa como Defensor del Menor?

-Yo tengo un orgullo muy grande conmigo y es que dediqué 20 horas al día, sábados y domingos, 20 años. A raíz de esto al salir tuve un infarto de miocardio. Fui consciente, en el prólogo de un libro lo mencioné: 'Llevo una vida de infarto y sé lo que me espera', pero volvería a hacerlo, sabiendo que podía morir. Lo haría encantado, creo que mereció la pena. Lo hice lo mejor que yo sé. Me siento especialmente orgulloso de haber puesto en el foco de la sociedad que los niños no son el futuro, son el presente. Hemos conseguido muchos cambios legislativos, como que los niños no puedan tener relaciones con adultos hasta los 16 años, o que los 42.000 españoles con sentencia firme por haber abusado de niños no puedan ejercer profesiones en relación con ellos.

-Antes de ser Defensor trabajó mucho tiempo con niños de educación especial. ¿Cuál fue su mayor aprendizaje?

-Algo que aprendí con ellos,  y ahora con mi madre que lleva cinco años en una residencia con alzhéimer, que lo importante es el cariño, es el afecto, la emoción. Aprendí de ellos un día que un niño síndrome de Down se puso muy cabezón y le castigué sin salir de clase y en la hora del recreo, otro niño también se quedó, y me dijo: 'Castígueme a mí, ha castigado a mi amigo'.

-Pero, señor Urra, cada vez tenemos a menos gente para defender. ¿Por qué la gente no quiere tener hijos? ¿Es tan horroroso esto de educar?

-Yo creo que hemos transmitido que la educación es un conflicto, un dilema, genera muchos problemas que pueden volverse en contra... Pero creo que hay problemas estructurales, los chicos tienen mucha dificultad para encontrar una pareja con garantías, que requieren de unos ingresos, porque ser padre hoy implica darle una buena educación, sanidad, cuidados, relaciones con los amigos... Es algo que tiene un coste económico, emocional y de tiempo, en el buen sentido de la palabra costo, que no siempre las empresas y los trabajos de los jóvenes permiten compaginar. 

-Un padre que no es honrado ¿puede educar en la honradez?

-No, yo no puedo decir a un niño que no se drogue y yo estar puesto de coca. No puedo decir a un chaval que sea honrado y no declarar hasta el último euro en Hacienda. Es tener auctoritas. 

-¿Cómo se educa a ser solidario?

-Enseñando la solidaridad. A los nueve años a un niño le das cuatro euros de paga y le puedes ofrecer la oportunidad de dar parte. Darás y te sentirás bien porque has dado, tendrás menos.

-¿Cómo puede ser que hayamos ido a peor con la violencia de género?

-No lo sé. El 80% de los jóvenes de 14 a 19 años reconocen haber sido testigo de violencia de género entre parejas de su edad. Las chicas tienen muchos problemas con su físico, muchas quieren un chaval que sea un malote y que las defienda, saben que es agresivo, pero creen que conseguirán cambiarlos. El 33% de los jóvenes son muy celosos. Algo estamos haciendo mal. 

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