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Gerardo Núñez, guitarrista

"Hay artistas flamencos a los que no les gusta el flamenco"

Gerardo Núñez.

Gerardo Núñez. / Manuel Aranda

-Logos, su último disco, acaba de ser elegido como el mejor álbum de 2016 para la revista especializada World Music Center. ¿Qué supone eso?

-A mí lo que me gusta de este premio es que se realiza por votación, que hace gente afiliada a la revista de diferentes partes del mundo. Ellos han sido los que lo han votado como el mejor disco dentro de las músicas del mundo, y eso nos viene muy bien, porque todo lo que sea promoción es bienvenida.

-Háblenos algo más de Logos.

-Bueno es un disco que he grabado con el guitarrista sueco Ulf Wakenius y la percusión de Cepillo que hace como de enlace entre las dos guitarras. Él es un guitarrista de jazz y yo un guitarrista flamenco y ambos hemos puesto nuestro grano de arena.

-Porque usted sigue siendo defensor a ultranza de la guitarra flamenca...

-Sí, mi bandera es la guitarra flamenca y es la que tenemos que defender y hacerla nuestro bastión. Somos nosotros, los guitarristas, los que tenemos que despertar conciencia para recuperar el espacio que nos corresponde.

-¿Qué ha pasado después de morir Paco de Lucía?

-Paco era omnipotente, daba sombra a todos. En el momento en que él ha dejado de estar, la luz ha llegado y estamos viendo cosas nuevas. Para mí Paco ha sido el más grande que ha existido pero al no estar ya parece que se ha abierto el campo.

-La diversidad es buena entonces...

-Yo creo que sí. Date cuenta que a los guitarristas nos ha perseguido durante años la idea del número uno. Ha habido una obsesión del número uno y se ha difuminado la riqueza que aportan las personas, las singularidades propias que cada ser tiene. Eso ya se ha acabado.

-Ahora también hay más guitarristas que nunca...

-Eso es cierto. Hay muchos, pero también el nivel es superior y yo, personalmente, estoy encantado. Las generaciones anteriores, sin embargo, no estaban tan encantadas con eso. Fíjate que hace años los guitarristas se giraban para que no les copiasen las falsetas. Eso ya no ocurre y tal vez por eso se están empezado a abrir campos.

-¿Y por qué no se apuesta definitivamente por la guitarra en los festivales?

-Por dos motivos. Uno porque mucha gente piensa que el concierto de guitarra es estático, un tío tocando solo aburrido, y eso es incierto, y en segundo lugar porque en los últimos años ha menguado el concepto de guitarrista de concierto. Esa mentalidad se ha quedado atrás, por lo que sea, y la mayoría ha optado por acompañar el cante. Además, el guitarrista de concierto debe tener aptitud y a veces cuesta defender las cosas solo.

-¿Hay hoy día demasiada fusión?

-No lo sé. Yo particularmente nunca he querido hacer fusión, sino compartir experiencias musicales con los grandes artistas. El flamenco se ha enriquecido en los últimos tiempos de todo tipo de músicas, incluido el jazz, pero eso hay que tratarlo con cuidado porque la estética de cada cosa debe prevalecer. Lo importante es no perder el sabor de lo que tenemos, no vale todo.

-¿Y qué visión tienen los músicos de otras disciplinas del flamenco? ¿Sigue existiendo esa visión romántica?

-Sí que existe, no nos la quitamos de encima. En líneas generales hay de todo, y la gente cuando quiere flamenco, quiere flamenco. Eso hay que mantenerlo, es lo que nos ha identificado. La realidad, en cambio es que la globalización está haciendo que muchos guitarristas flamencos se acerquen al jazz y los del jazz al flamenco, pero eso es lo que viene, no sé si será bueno o malo.

-Usted ha sido siempre un punto de apoyo para muchos jóvenes. ¿Qué echa de menos hoy día en la juventud que viene? 

-Creo que a los jóvenes les falta afición. En mi generación, cuando terminábamos de trabajar, íbamos a escuchar a alguien que tocase para aprender de él. Yo ahora cuando termino un concierto salgo del camerino y ya no hay nadie (risas). También echo de menos falta de encuentro entre los propios artistas, incluso voy más allá, creo que hay artistas flamencos a los que no les gusta el flamenco.

-Con lo que pasaron ustedes en aquel Madrid de los años 70 y 80...

-Es cierto, en una pensión estábamos Pepe Justicia, Rafael Riqueni... Teníamos que buscarnos la vida, si no, no teníamos ni para comer ni para pagar la pensión, era una lucha. Esa presión ya no lo hay. Todo tiene su lado bueno y su lado malo.

-De cualquier forma, su puerta siempre está abierta a los jóvenes de hoy día...

-Sí, porque los jóvenes necesitan oportunidades, y he hecho con ellos lo que me hubiera gustado que hubiesen hecho conmigo.

-Para ir terminando, ¿cómo se presenta el 2017?

-De momento voy bien. En marzo empezaremos la gira en Bélgica, luego estaremos durante varios días en País de Gales, Basilea y bueno, estamos negociando con México, Lisboa y Venezuela.

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