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Entrevistas

"Tengo buena amistad con los cónsules de Grecia y Turquía"

-¿Qué es un cónsul honorario?

-Hay gente que todavía cree que el cónsul honorario sólo está para las cuestiones oficiales y la representación institucional. El 24 de abril se han cumplido 50 años de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares en 1963.

-¿Qué significó?

-Venía a desarrollar la conferencia de Naciones Unidas de 1961 de Relaciones e Inmunidades Diplomáticas. Las relaciones consulares tienen siglos de historia. En 1251 Fernando III crea el primer consulado en la república de Génova.

-¿Jurídicamente qué va a aportar el tratado vienés?

-Regulará las funciones consulares, la inviolabilidad de las oficinas y archivos consulares, su correspondencia; libertad de movimiento y tránsito; libertad de visita a detenidos en centros penitenciarios.

-¿Qué hacía usted en 1963?

-Ese año me casé en Milán con Clelia, italiana de Brescia. Al casarse con un extranjero, perdió la nacionalidad italiana. La rapté para España.

-¿Ella lo aceptó de buen grado?

-Perfectamente. Se integró muy rápido y muchos creen que la andaluza es ella y el italiano soy yo.

-Lo acaban de nombrar cónsul de Chipre. ¿Qué sabe del país?

-He estado en varias ocasiones. No conozco la zona ocupada por Turquía. Históricamente, Chipre era como una emanación de la República de Venecia, y en ese sentido es como una prolongación de mi tarea hasta ahora como cónsul honorario de Italia, cargo que pasa a desempeñar mi hijo Carlos. Espero arroparlo con mi experiencia.

-¿Cómo ve las vicisitudes por las que pasó Chipre?

-Chipre hizo sus deberes hacia la Unión Europea. Tenía una economía bastante sólida, bastante más sólida que la griega. La Unión Europea tuvo que tomar medidas drásticas con las cuentas corrientes de residentes extranjeros y ahorradores chipriotas.

-¿Es un país que exige mucha diplomacia?

-Mantengo una estrecha relación de amistad con los cónsules de Grecia y Turquía.

-¿No es un descenso pasar de Italia a Chipre?

-Hay un cambio de volumen de trabajo. Italianos residentes en Andalucía Occidental y Extremadura pueden ser unos dos mil y chipriotas serán entre veinte y treinta.

-¿Qué le falta?

-Ya tengo el exequatur de Su Majestad el Rey.

-¿Trató al presidente Napolitano?

-Tuve ocasión de saludarlo en la Embajada de Italia en Madrid.

-Otro ilustre octogenario de Roma es Benedicto XVI. ¿Lo conoció?

-El Papa Emérito Benedicto XVI nos recibió en audiencia el 19 de diciembre de 2011. Fui como presidente del cuerpo consular. Le di una imagen de la Virgen de los Reyes.

-¿El cónsul honorario es un cónsul honorífico?

-La única diferencia con el cónsul de carrera es que el honorario no está retribuido y por tanto no es incompatible con el ejercicio de su actividad profesional.

-Cónsules honorarios sin honorarios...

-Pero en la mayoría de las cuestiones, con idénticas facultades y privilegios que los de carrera. A veces se restringen funciones como la emisión de pasaportes o las actas notariales, que las asumen la Embajada de Madrid o la Cancillería de Barcelona.

-¿Qué convirtió a un abogado sevillano en cónsul de Italia?

-Yo trabajaba de abogado para el Consulado de Italia durante la Expo. Era cónsul de carrera Marco Conticelli, hoy embajador de Italia en Bulgaria. Después de la Expo, deciden cerrar el consulado y abrir uno honorario. Me lo propusieron. Siendo español y sevillano, estaba muy relacionado con Italia: de allí es mi mujer, en Italia nacieron mis dos hijos y vivieron y murieron mis padres.

-¿Trabajó en Italia?

-Dirigí un laboratorio farmacéutico en Milán y representé a las bodegas de la familia, Lostau-Ruiz-Berdejo. Somos de Jerez.

-¿Qué proyectos tienen?

-Hay muy buena relación con las asociaciones consulares de Málaga, Cádiz y Huelva y estamos pensando poner en marcha una federación de asociaciones consulares en Andalucía.

-¿La crisis afectó a los consulados?

-El de Estados Unidos pasó a ser agente consular. Los de Inglaterra y Alemania pasaron a honorarios para recortar gastos. Pero en Sevilla hay nueve oficinas con cónsules de carrera.

-Su primer destino consular fue en 1996, con Aznar, y el segundo en 2013, con Rajoy...

-En el medio consular no hay ningún tipo de intervención política, lo que nos permite establecer muy buenas relaciones humanas. Lo que ha mejorado en ese tiempo ha sido una mayor comprensión por parte de las autoridades locales a las funciones del cónsul, por ejemplo, en el acceso de vehículos consulares a aparcamientos oficiales.

-¿Qué queda de Italia?

-Sevilla fue la Nova Roma y mucho antes Itálica, cuna de Adriano y Trajano. Tan romanos eran entonces los andaluces como los ciudadanos de Roma, formaban parte del mismo imperio.

-¿Se integró a su vuelta?

-Uno nunca se va de Andalucía. He venido muchas veces expresamente desde Italia para acompañar como nazareno a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso del Gran Poder, con el que juré las reglas cuando vine de viaje de novios.

-En 1963 se aprueba la Convención de Viena, se casa y se hace hermano del Gran Poder.

-Fue un buen año.

-¿Cómo lleva su mujer lo de vivir con tres cónsules, el marido y los dos hijos?

-No es muy diplomática. Es espontánea, por ser italiana y por ser artista.

-Nadie va a estar tan bien representado consularmente como los chipriotas de Andalucía...

-Cuando era cónsul de Italia, también procuraba que las relaciones fueran personalizadas, aunque casi siempre era por situaciones trágicas o de emergencia. Con los chipriotas, como soy muy pocos, espero que esa relación sea por motivos más agradables.

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