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Lucía Carreras. Directora de cine.

"El cine sigue siendo un pretexto para salir de casa"

"El cine sigue siendo un pretexto para salir de casa"

"El cine sigue siendo un pretexto para salir de casa"

-¿Estamos cerca de que las salas de cine se conviertan en un reducto de minorías?

-Creo que no, porque el acto cinematográfico como tal implica muchísimas más cosas. Ir al cine es una actividad social por la que la familia va, consume palomitas y pasa un rato agradable. El cine sigue siendo un pretexto para salir de casa. Y los exhibidores están invirtiendo muchísimo en la creación de pantallas; tienen muy claro que esto no puede morir ni lo van a permitir.

-Dicen que las series de televisión son el nuevo cine, cada vez con más presupuestos y grandes autores.

-Me parece acertadísimo que se busquen creadores con fuerza, en términos de lenguaje audiovisual. Pero las series no pueden sustituir al cine porque es otro formato. Hay que ir encontrando entre todos el equilibrio para que todo exista.

-La televisión siempre alimentó a los profesionales.

-Eso está clarísimo. Cuando apareció la televisión en los 40 se creyó que iba a desbancar al cine, incluso a la radio, y ésta se reacomodó. Como creadores, todos tenemos en las series un espacio de generación de trabajo, pero es distinto. Una serie difícilmente tiene un carácter autoral, y es de mi necesidad creadora de lo que parto para hacer películas.

-Ahora manda Netflix.

-Estas plataformas democratizan el consumo. Porque no es lo mismo ir a una sala cinematográfica, donde de verdad los precios son muy altos, más la palomitas y demás, que consumir en casa, donde es muchísimo más económico. El análisis debe ir, si hablamos de lo creativo, en términos de formato. Debemos ajustarnos a los espacios que hay y al tipo de formatos que tienen.

-¿Son buenos tiempos para la creatividad?

-Así como aparecen nuevos espacios y formatos también aparecen nuevos creadores jóvenes que están creciendo en un mundo distinto y tienen otra forma de verlo. No es lo mismo que Almodóvar haga una película a que la haga un chico que debuta con otras búsquedas creativas, políticas y sociales y que está más cercano a las nuevas tecnologías.

-¿Es difícil dedicarse a la cultura y al cine, sobre todo en Iberoamérica?

-En Latinoamérica es más un tema de Estado porque depende de subvenciones. Es dificilísimo que la iniciativa privada invierta para ganar dinero. Hacer cine siempre ha sido complicado porque no hay un entendimiento claro del medio.

-¿No se entiende como cultura y educación?

-Exacto. Y el trabajo de los creadores viene por ahí: defender formas de expresión que tienen que ver con memoria histórica, con identidad, con cultura. Es una de las cosas que toco en Tamara y la Catarina [su última película]: un pueblo ignorante es un pueblo que no se subleva, que simplemente actúa y no sabe cómo defenderse. Y los Estados apuestan a eso, no creo que sea inconsciente lo que hacen.

-¿Pesa mucho en México la frontera con EEUU?

-Pesa muchísimo. Es un país en el que las decisiones del Gobierno siempre están ceñidas a acuerdos con los EEUU. Por ejemplo, no se ha podido hacer mucho en cuanto a exhibición porque las majors americanas nos tienen ahorcados. México es su principal consumidor, es el tercer país del mundo en salas y para EEUU el cine es la séptima industria mundial; le afecta que uno de sus mercados más importantes no se porte bien.

-¿No le ha tentado nunca el sueño americano?

-No, nunca. Me han ofrecido cosas pero no es un objetivo y no me llama la atención. Preferiría por mucho hacer una película en Francia que en EEUU. Creo que tiene mucho más sentido el intercambio con Europa.

-Para algunos, el camino natural les lleva a España.

-También hay mucho español que acaba en México. Lo que empieza a suceder es que cuando tienes intercambios en festivales, haces una coproducción y empiezas a conocer gente deja de haber fronteras y hay grupos y gente de otros lugares con la que quieres trabajar. El cine no tiene fronteras.

-Ahora se habla mucho de fronteras, de muros, de localismos, nacionalismos...

-Es un tema muy delicado marcar hasta dónde llega lo global y hasta dónde lo local y lo identitario. Debemos mantener nuestras identidades porque si no nos vamos a volver una masa homogénea, que tampoco está bien. Pero también hay que entender que hay fronteras que hacen daño. De Cataluña, desde la lejanía, desconozco realmente los factores. Tengo familia allí y entiendo sus razones, y tengo amigos en Andalucía y también les entiendo, pero desde lejos es difícil verlo. De repente pareciera que están entrando en un proceso destructivo, en vez de constructivo, de ambos lados, que es lo que se ve de lejos y no entendemos.

-Sigue con interés el tema.

-Tengo familia independentista y trato de entender sus razones. Al final de cuentas, soy nieta del exilio después de la Guerra Civil y crecí en un universo en México en el que todo lo que había eran expatriados de España: andaluces, asturianos, gallegos, vascos… El concepto para mí más importante es que España debería ser una república, y tiene más sentido luchar por eso que por una independencia catalana.

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