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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Alfredo González, ilustrador

"Me gusta la perfecta imperfección de Van Gogh"

"Me gusta  la perfecta imperfección de Van Gogh"

"Me gusta la perfecta imperfección de Van Gogh" / josé ángel garcía

-¿Marca ser de la cuenca minera?

-En Sama de Langreo es donde más blasfemos hay. Estamos a dos pasos de León. Mis amigos importantes eran leoneses.

Descubrí Andalucía en un R8; le quité los asientos y metí latas de conservas, un colchón y carpetas"

-¿León un tiempo fue como Nueva York?

-Con José Luis Gutiérrez, el Guti, soñaba con una comunidad astur-leonesa. Sería imbatible. Nosotros tendríamos trigo y ellos el mar.

-La Revolución de Asturias, octubre del 34, le coge con año y medio...

-La vivió mi padre, pero yo ya estaba allí. Creo que entró Franco con las tropas.

-¿Cómo se convierte un tipo de aldea en un pintor de ciudades?

-Lo conté en el II Encuentro Internacional de Cuadernos de Viajeros Gráficos. Con cinco o seis años fui con mi padre a Oviedo en aquel tren de vapor y me sentí abrumado. Fue el descubrimiento de la ciudad para un niño del hórreo.

-¿Fue sencillo ilustrar la Teoría de Madrid de Francisco Umbral?

-Nos hicimos muy amigos. Viajábamos juntos, yo de chófer porque Umbral no conducía. Cuando iba con su mujer, siempre se ponía detrás por el miedo. Al final salió un libro que pesaba cuatro kilos y costaba once mil pesetas. Eso en 1980 era una barbaridad. Alguien encontró un ejemplar en el Rastro.

-Teoría de Madrid y en la práctica, el alcalde era Tierno Galván.

-Lo llevó Barrionuevo, que era vecino mío, a la inauguración. Tierno fue a saludar al primero que vio con barba, creía que era el artista y era el dueño de la galería.

-Usted fue galerista...

-Una experiencia con el grupo El Paso. Me encargaba del catering, de buscar la tasca para los pinchos y las cervezas. No me pagaron nunca, pero Viola me dio una conferencia sobre Van Gogh, sabía que era santo de mi devoción.

-El actor Klaus Kinski y el tenista André Agassi empiezan sus Memorias con citas de Van Gogh...

-Llegó a la perfecta imperfección, que es lo que a mí me gusta. Sus cuadros están vivos. Se retuercen los árboles y las personas.

-Trabajó en Barcelona. ¿Cómo la recuerda?

-Llegué en 1976 en barco desde La Guaira, Venezuela, donde me fui ya con los tres niños cuando la pequeña tenía dos meses. En Venezuela trabajé en dos agencias de publicidad y empecé a firmar en una revista de humor como Caferini, el nombre que me pusieron los dominicos.

-¿Se intuía el independentismo en Cataluña?

-Un creativo publicitario me dijo nada más llegar que a él del Ebro para allá no le interesaba nada.

-¿Qué colores tiene el Guadalquivir?

-Yo me crié entre tres ríos, el Aller, el Negro, así llamado por las aguas manchadas del carbón, y el Cernigao. A Andalucía vine solo. Tenía un R8, le quité los asientos de atrás y el del copiloto y metí un colchón, latas de conservas y carpetas con lápices. Recorrí toda España y la sorpresa fue descubrir una Andalucía verde con montañas y ríos. No sé cuántos dibujos hice en el puente de Córdoba.

-¿Son compatibles el camino de Santiago y el del Guadalquivir?

-Doblas el mapa y Castilla queda igual.

-Felipe VI le entregará el premio nacional de Ilustración. ¿Conoce a la Familia Real?

-Hemos coincidido varias veces. En una recepción con el rey Juan Carlos I, estábamos hablando con él y Julio Cebrián dijo: cuidado, Majestad, viene Peridis, que es republicano.

-¿Le sigue abrumando Oviedo?

-Muchísimo. Una vez me confundieron con Leonard Cohen. Fue a recoger el premio Príncipe de Asturias, era de noche y llevábamos el mismo sombrero.

-¿Dónde se forja el dibujante?

-Todo lo que soy se lo debo a los dominicos. Llegué a un convento que tenían en Villaba, Navarra.

-De allí es Indurain...

-Volví hace poco con mi mujer y sólo hay radiales y autopistas.

-¿Por qué ha escrito sus memorias?

-Las he titulado La ventana de atrás: desmemorias de un dibujante (Mauricio D'Ors). Las he dividido en tres partes: mi infancia, los dominicos y el resto.

-¿Por qué son tan importantes los dominicos?

-Coincidió con la llegada de un grupo de vocaciones tardías. Un antiguo funcionario fue el primero que me habló de Picasso. Era como en la Edad Media. De nuevo la cultura, en pleno franquismo, estaba en los conventos. Los libros prohibidos de Lorca, Machado, Alberti, que nos conseguía un librero de Salamanca. Me leí todo Kafka, con la consiguiente empanada mental.

-¿Por qué no remató la faena?

-Eran cinco años de bachillerato, uno de noviciado, tres de Filosofía, incluidos Tomismo y Escolástica, y cinco de Teología. En cuarto de Teología lo dejé y vi ordenarse a mis compañeros desde el balcón de la iglesia de San Esteban de Salamanca. La mitad se fueron.

-Torquemada fue dominico. ¿Le chirría con su sentido del humor y la crítica?

-Es un ser odioso, pero hay que ponerlo en la época. No fue el único.

-Se presentó al concurso de la mascota de la Expo.

-Me dieron un tercer premio. Mi dibujo utilizaba como icono la torre del Oro. El pájaro ése tampoco estaba mal. (El Curro de Heinz Eidelmann).

-¿En Nueva York descubrió la aldea global?

-Fui con Ignacio Carrión y me dijo: ahí tienes treinta mil esquinas para dibujar. Era la capital del mundo.

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