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Entrevistas

"Más importante que subir es construir la escalera"

-Déjeme decirle que estoy impresionado con su currículum.

-Bueno, yo no veo que sea tan impresionante. Es sólo el resultado de hacer las cosas bien y lo mejor posible siempre. La consecuencia de haber tenido una formación científica, de haber vivido en una familia que me dio unos valores. Mi padre y mi madre trabajaban y me enseñaron que aprovechar el tiempo es muy importante.

-¿Eso quiere decir que es importante que el padre y la madre trabajen?

-Tampoco es imprescindible, pero en mi caso, el ejemplo de un padre médico y una madre profesora de Física me inculcó ese amor al trabajo que yo veía.

-¿Entonces, tantos hogares con todos sus miembros en paro son el caldo de cultivo para lo contrario?

-Ese escenario da como resultado la pobreza, pero incluso ahí hay que tener una actitud optimista, y si no hay trabajo, hay que ejercer algún tipo de voluntariado, no dejar de formarse y buscar todo lo que se pueda, y el efecto en los hijos no sería negativo. Comprendo que es difícil mantener el optimismo en ciertas situaciones, y que no todos tienen esa fuerza para remontar momentos críticos. En ese caso, deberían ser los hijos los que animaran a sus padres…

-Se ha manifestado siempre partidaria de las cuotas femeninas.

-Sí, porque lo veo como una solución para ser imparciales y para romper los estereotipos, en un ambiente en que el progreso en ese sentido sigue siendo lento. No podemos seguir desperdiciando el 52% del talento mundial que suponen las mujeres. El objetivo sería que en 2015 las empresas cotizadas en Bolsa hayan aplicado la ley de igualdad en sus consejos.

-En su caso, hay una insistencia en ese aspecto.

-Siempre hay que estar dando ejemplos de la necesidad de este mecanismo. En mis conferencias siempre cuento el caso de la Orquesta Sinfónica de Boston, que en los años 60 se planteó por qué había tan pocas mujeres en las formaciones musicales americanas, y decidió hacer las pruebas de selección con los candidatos tras un biombo. Y desde ese momento se produjo un aumento espectacular de mujeres instrumentistas.

-Habría que hacer las selecciones cerrando los ojos, entonces.

-O poniendo un biombo también, aunque sea figurado. Yo he defendido que en los currículos de quienes opten a un puesto no se debería poner el sexo.

-Sáqueme de la duda ¿las mujeres y los hombres tienen formas diferentes de dirigir?

-Ya no tanto, pero cuando yo empecé sí eran formas diferentes. Lo que se valoraba entonces, cuando casi todos los directivos eran hombres, era el conservadurismo, la fidelidad, la influencia, las camarillas, la idea de que la información es poder y que no había que formar mucho al que estuviera por debajo para que no te desbancara. Las mujeres éramos más de compartir, más democráticas en la toma de decisiones, aunque sólo fuera porque necesitábamos tener siempre un sustituto para poder conciliar la vida familiar y laboral.

-¿Y eso ha cambiado?

-Hoy, prácticamente, hombres y mujeres gestionamos de la misma manera. Hoy el liderazgo se consigue más por la capacidad de diálogo, la igualación de raseros, la transparencia; el líder lo es porque consigue la confianza tanto de sus colegas como de sus empleados. Ahora no hay tanta diferencia.

-¿Diría que hombres y mujeres somos iguales como jefes?

-Diría que no somos exactamente iguales, que tenemos habilidades diferentes, que las mujeres tenemos más capacidad de comunicación y a la vez de ser más malabaristas y poner nuestra atención en varias cosas.

-Ya estamos con el mito de que los hombres no podemos hacer dos cosas a la vez.

-No, no, hay hombres que también pueden hacer ese papel de malabarista. Lo que pasa es que las mujeres tradicionalmente nos hemos formado para eso, para estar pendientes de muchas cosas. Pero hoy ya hay muchos hombres que entienden la conciliación y son nuestros cómplices.

-¿En su caso ha encontrado ese cómplice?

-Siempre lo he tenido en mi marido, un gran soporte y un gran hombre. Incluso me siento una privilegiada.

-¿Le hace sentirse especial ser la única mujer presidente de una empresa cotizada en el Íbex35?

-No soy la única. Está también Esther Koplowitz, presidenta de FCC. En cualquier caso, no es tan especial para mí. Es un honor, por supuesto, que Dia me eligiera como presidenta, pero es más importante para las demás mujeres, que vean que con esfuerzo, haciendo cosas se puede llegar. No es tan importante subir escalones como construir esa escalera para que otras mujeres puedan subir.

-Parece una mujer triunfadora y feliz.

-Será más bien que mi carácter es optimista, que procuro disfrutar con todo, con mis amigos, con mis cinco hermanas, con mi marido y con mi hijo. De hecho, con lo que más disfruto es con las largas conversaciones en familia, con la lectura, con el dibujo…

-Y vive lejos de los fantasmas de la crisis y el paro.

-Bueno, tengo que estar pendiente de la evolución de las empresas familiares, y no todo es color de rosa. La crisis también la veo en mi hijo, que es arquitecto y que se ha tenido que ir a Francia para encontrar trabajo.

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