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José Antonio Marina, filósofo y pedagogo

"Las instituciones deben pararse a pensar qué son las instituciones"

"Las instituciones deben pararse  a pensar qué son las instituciones"

"Las instituciones deben pararse a pensar qué son las instituciones" / efe

-Vuelve a escribir un libro de filosofía. ¿Por qué ahora?

-Es urgente reivindicar la filosofía en serio, saber dar respuestas y valorar las cosas de la vida diaria a través de ella. Tenemos ahora mismo un desastre conceptual y hay que resolverlo. Por ejemplo, no resolvemos el problema del nacionalismo catalán o el lío económico porque no tenemos conceptos. Hace falta un saber de nivel distinto, con el que se desarrolle un pensamiento crítico. Con las elecciones estadounidenses se ha puesto de moda la posverdad, el pensar que da igual que me engañen, ya me lo espero. Estamos en manos de desaprensivos o de buenos retóricos. Así que no hay que permitir esto, hay que razonar, hay que reivindicar la filosofía como servicio público.

-Su libro se titula Tratado de filosofía Zoom, con el que hace referencia al acercamiento que magnifica detalles mínimos y que permite descubrir la novedad…

-Pasamos con tanta rapidez y superficialidad que hay que detenerse y ajustar el encuadre. Hay que fijarse en las cosas para ver su valor. A mis alumnos más pequeños los llevo a los jardines escondidos. Son esas pequeñas grietas de los edificios en los que hay verde. Los tienen que buscar, fijarse en ellos y analizarlos. Hay que ver las cosas en detalle, desde la individualidad.

-¿Cómo deben aplicar las instituciones esa filosofía zoom?

-Primero, las instituciones tienen que pararse a darse cuenta de qué son las instituciones. Después tienen que distinguir entre herramientas mentales, físicas y sociales, y hay que saber utilizar la adecuada a cada problema. Por ejemplo, si ahora tenemos el problema nacionalista, vamos a ver cómo resolvemos la Constitución y no nos vayamos por otros derroteros. En las herramientas se condensa la experiencia de mucha gente, van cambiando según esa experiencia van evolucionando y con las instituciones pasa lo mismo; lo que hay que hacer es evolucionar. Cuando escucho eso de "tenemos que cambiar las instituciones" siempre pregunto: "¿tenéis alguna mejor?".

-Defiende la ultramodernidad, esa mezcla entre la modernidad y la posmodernidad, la razón y la emoción. ¿En qué punto estamos? Ese pensamiento quizá sea todavía demasiado utópico…

-Estamos todavía en la resaca posmoderna. No hay unas ideas muy claras de casi nada y no buscamos saber la verdad. Primero fue la Ilustración con la seriedad, la razón, los grandes relatos, las grandes ideas. A mediados del siglo XX llegaron los posmodernos con la desconfianza en la razón, la confianza en los pequeños relatos, en la individualidad, en lo escéptico. Y ahora la pregunta es: ¿después de la orgía, qué? Ya nos hemos reído de todo, nos hemos desvinculado de todo… En el libro defiendo que toca estar entre ambas.

-Es inevitable preguntarle por el nuevo Gobierno. Muchos pensaban que usted sería ministro de Educación…

-Es un Gobierno muy decisivo para la educación porque no podemos estar más en este estado de la última legislatura. Nuestro sistema educativo es mediocre y necesita actualizarse. Cogemos como ejemplo el sistema educativo de Finlandia porque es el mejor y ellos mismos acaban de actualizarlo. Si hasta el mejor se actualiza, nosotros también deberíamos hacerlo.

-Hace un par de meses entregó los papeles para el pacto educativo a agentes sociales y partidos. ¿Qué respuesta obtuvo?

-Entregué los papeles para el pacto educativo con los problemas que mi equipo y yo consideramos que han impedido evolucionar. Propongo un tiempo de seis meses para estudiar e implantar este pacto, seis meses en los que no se cambie la Lomce para implantarlo bien y después ya poder sustituirla. Cuando lo entregué parecía que todos estaban de acuerdo, pero comenzaron con la campaña electoral y se desbarató todo.

-¿Y ahora qué?

-Ahora no se qué va a pasar. Hay que crear una comisión independiente para presentar el pacto educativo, fuera de los partidos, que no se pongan en marcha mecanismos de defensa que no sirven para solucionar los problemas. Se ha creado una subcomisión en el Congreso; a ver qué pasa.

-¿Confía en esa subcomisión?

-No. Por eso hay que hacer presión social.

-En cuanto a las nuevas tecnologías, a usted le preocupa la educación que se le da a los jóvenes en este ámbito...

-Mucho, porque no hay que enseñarles a manejar el ordenador, lo que hay que hacer es enseñarles cómo las nuevas tecnologías, internet, funcionan en el cerebro humano. Los chicos saben mejor utilizar que yo una aplicación del móvil, de eso no hay duda, pero hay que saber cómo se dirige su modo de pensar al utilizarla. La educación informal, de la que se encargan la sociedad, los mercados, las empresas… se ha hecho muy potente y hay que saber cómo comportarse ante ellas.

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