Beatriz Molina, Profesora de Estudios Semíticos de la Universidad de Granada

"El islam no es sólo una religión, sino una manifestación cultural y política"

"El islam no es sólo una religión, sino una manifestación cultural y política"

"El islam no es sólo una religión, sino una manifestación cultural y política" / antonio pizarro

-¿Qué es el islam?

-La idea que se tiene del islam es que es una religión monoteísta, arcaica y hasta violenta. Pero yo siempre hago hincapié a mis alumnos en que el islam es un fenómeno mucho más amplio y complejo. No es sólo una religión, sino una gran manifestación cultural y civilizacional. Podríamos decir que es una realidad histórica que se ha ido adaptando e interaccionando con diversas culturas desde su inicio hasta el siglo XXI. Es también una política que desarrolla una teoría del poder. A partir del islam se sostiene todo un sistema jurídico que regula las relaciones sociales. Es una organización social con unas instituciones reconocidas y un sistema de pensamiento. Y es un modo de vida y comportamiento.

Tenemos la tendencia de aplicar al islam nuestros paradigmas y compararlo con el Occidente cristiano"

-En Occidente tenemos la impresión de que es monolítico, pero en realidad está en continuo cambio, ¿verdad?

-Por supuesto. Como toda cultura humana, está en continuo cambio desde sus orígenes en el siglo VII. No es un fenómeno aislado, sino que está relacionándose con otras culturas. Pensemos en la bizantina, o en la persa en el nacimiento del islam en la península arábiga. Y luego en comunidades de otro tipo como judíos, cristianos o lo que llamamos occidente a partir del siglo XIX o XX.

-Algunos historiadores defienden que al islam le falta una figura similar a la de Lutero en el cristianismo. ¿Está de acuerdo con esa visión o le parece un error?

-Tenemos una tendencia a aplicar al fenómeno del islam los paradigmas occidentales y hacer comparaciones con el Occidente cristiano. No es así exactamente. Tiene otras connotaciones y maneras de desarrollarse. En el islam ha habido muchas reformas desde la edad media hasta la actualidad. Hay especialistas que dicen, con buen criterio desde mi punto de vista, que no existe un solo islam, sino casi tantos como musulmanes. Es decir, que tiene diferentes ramas, escuelas o tendencias de pensamiento.

-¿Se podría considerar la primavera árabe como una muestra del islam político?

-El islam político es justamente una tendencia de querer participar en la modernidad, en las directrices que definen Occidente, pero siempre dentro del islam. Está relacionada con eso que tanto hablamos en occidente de movimientos islamistas, pensando que todos son radicales y violentos cuando no es así ni mucho menos. Digamos que es una adaptación a la llamada modernidad. Las comunidades musulmanas están en el mundo y a partir del siglo XIX adoptan ciertos modelos de occidente que les parecen interesantes y útiles, adaptándolos siempre a la línea histórica del islam. Por ejemplo, acceder a las elecciones y participar en la política de los países.

-¿La actitud de temor de Occidente hacia el islam es fruto del desconocimiento o hay más factores en juego?

-El islam no es esencialmente violento ni pacífico. Creo que nos viene del desconocimiento. Las cosas que se temen es porque se desconocen. Se tiende a la generalización, a los estereotipos, a mirarlo desde fuera. Para mí, sería clave en la educación que se fuera introduciendo toda esa riqueza y complejidad que tiene el islam.

-Hace unos años estuvo de moda la teoría del choque de civilizaciones. ¿Ha influido en cómo miramos a culturas diferentes a la nuestra?

-La teoría del choque de civilizaciones está más que superada y desprestigiada. Creo recordar que incluso las ideas de Samuel Huntington estaban dirigidas políticamente desde ciertos sectores de Estados Unidos. Claro que tuvo sus efectos a nivel general. Pero al menos en los medios académicos está más que rebatido que el choque no es de civilizaciones. En todo caso, será de posibilidades económicas o políticas.

-¿La exclusión social y los factores económicos son más determinantes en la radicalización que los culturales?

-La radicalización es una cuestión muy compleja. No se debería asimilar con el islam y la religión, como se suele hacer. Sus raíces son mucho más profundas. Por supuesto, las desigualdades sociales, la brecha con Occidente y también, las relaciones dentro del propio mundo árabe, cuando vino a fracasar aquella política que se llamó el panarabismo. La mayoría de los gobiernos de los países árabes son casi dictatoriales. Ese malestar social y de falta de libertad están detrás de buena parte de los motivos que llevaron a levantarse en las manifestaciones de lo que se llamó la primavera árabe.

-¿La escuela es la primera trinchera contra la radicalización?

-Sí, pero no sólo la escuela. También son muy importantes la sociedad, la familia y las instituciones políticas para hacer una labor de concienciación en general.

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