Carmen Durán, escritora y psicóloga

"Es posible alcanzar la paz interior pero no ser feliz constantemente"

"Es posible alcanzar la paz interior pero no ser feliz constantemente"

"Es posible alcanzar la paz interior pero no ser feliz constantemente" / Connie G. Santos

-Su último libro se titula La benevolencia. La pregunta es obligada. ¿Qué es para usted la benevolencia?

-Para mí, la benevolencia tiene dos aspectos: quererse bien a uno mismo y querer bien a los demás. Sin exigencias y sin actitudes dañinas para uno mismo, y, por otro lado, sin criticar ni juzgar a los demás.

-Su respuesta tiene cierto halo religioso, la típica lección de colegio católico.

-Yo no soy religiosa, pero es cierto que esta idea puede aparecer en cualquier planteamiento espiritual. Querer el bien es bueno para la humanidad, para la especie, más allá de cualquier principio religioso.

-¿Se puede ser benevolente en la sociedad actual, con tantos conflictos bélicos y tensiones políticas?

-Por supuesto, pero esto no quiere decir que uno sea indulgente. La benevolencia no es un todo vale. No creo que con más violencia se radique la violencia. Es evidente que con la violencia acabaremos destruyéndonos. Con la benevolencia no sé si sobreviviremos, pero al menos no estamos en la línea de destrucción.

-En su libro anterior reflexionaba sobre la culpa. ¿Qué le ha llevado a dar el salto a la benevolencia?

-La culpa es un sentimiento bastante dañino. Hay dos aspectos de la culpa. Uno es el que lleva a la preocupación y al interés por el otro, el sentir haberle causado dolor a alguien. Esa culpa sirve para construir las relaciones humanas e, incluso, la benevolencia. Pero hay otro aspecto de la culpa que es cuando nos castigamos a nosotros mismos y nos volvemos muy rígidos e intolerantes con nosotros mismos y los demás. Creo que la benevolencia es el mejor antídoto para ese sentimiento de culpa que no hace más que dañarnos. Son dos conceptos vinculados.

-¿Hay alguien que no sienta culpa?

-Los psicópatas. Ellos no sienten la culpa, no tienen conciencia de ella, la niegan.

-Su libro está lleno de preguntas, muchas de ellas existenciales, pero apenas hay respuestas.

-Mi intención era abrir canales de preguntas y que cada uno encuentre sus propias respuestas, aunque yo apunte algunas conclusiones personales.

-También reflexiona sobre la paz interior. ¿Es posible alcanzarla en esta sociedad caracterizada por las prisas o resulta una quimera?

-Creo que sí es posible, lo que no es posible es ser feliz constantemente. La paz interior implica que podemos aceptar el sufrimiento e, incluso, la muerte. No debemos entender esta paz como que todo es perfecto y obsesionarnos creyendo que los problemas se van a resolver solos. Los problemas son los problemas. La clave está en cómo afrontarlos, con ansiedad y ataques de pánico o desde una situación de quietud interior. Es cierto que la sociedad actual no nos lo pone fácil, pero los monjes budistas, los grandes sabios y los santos de cualquier religión lo consiguieron.

-Dentro de las técnicas de meditación, parece que el mindfulness está de moda. Está por todos lados, incluso la Junta de Andalucía ofrece cursos de mindfulness a sus trabajadores. ¿Realmente es eficaz o es una moda pasajera más?

-El mindfulness como tal es una moda dentro de las terapias cognitivo-conductuales. La meditación es algo que lleva con nosotros miles de año y creo que ésta tiene un efecto sanador sobre nuestro espíritu. Pero ahora parece que el mindfulness sirve para todo y no es así. Las técnicas de mindfulness pueden ayudarte a alcanzar la paz de espíritu, pero no te van a solucionar los problemas de obesidad o de veinte mil cosas más, eso no es verdad.

-¿Por qué nos afecta tanto lo que piensan los demás de nosotros?

-Porque somos animales sociales y necesitamos la aprobación de los otros. Cuanto más hayamos carecido de ella en nuestra infancia, cuanta menos confianza básica en nosotros mismos hayamos desarrollado, más nos importará la opinión de los demás.

-En su libro hace hincapié en la importancia de la educación y el afecto que reciben o no los niños en la construcción de su personalidad.

-La confianza en uno mismo, la seguridad o la manera de afrontar la vida tiene mucho que ver con la educación recibida de niño. Esto no quiere decir que con 50 años podamos seguir echándole la culpa a nuestros padres de los errores que pudieron cometer en nuestra educación, justificándonos para no cambiar.

-¿Cuáles son los principales conflictos a los que se enfrentaba en su consulta?

-El abanico es muy amplio. He visto muchos conflictos de pareja, muchos de ellos relacionados con la educación de los hijos, y también sobre problemas laborales. La crisis económica ha influido mucho en los conflictos relacionados con el desarrollo profesional, gente que no puede dedicarse a su vocación y tienen que conformarse con trabajos eventuales y por debajo de su cualificación. Esto produce mucha frustración y depresión.

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