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Carlos Sambricio. Catedrático de Historia de la Arquitectura y el Urbanismo

"En vivienda social sólo entiendo la política de alquiler"

"En vivienda social sólo entiendo la política de alquiler"

"En vivienda social sólo entiendo la política de alquiler"

-Expertos como Moneo o Ezquiaga han contado en un simposio en el Colegio de Arquitectos de Cádiz cómo esta ciudad marcó un punto de inflexión en el siglo XVIII.

-Cádiz es el punto de partida de nuestra realidad. Es un momento en el cual una ciudad económicamente importantísima, que es la cabeza del puente con América en el comercio, tiene un enemigo y aliado al mismo tiempo: su situación geográfica. No puede crecer y la consecuencia es que el desarrollo económico tiene que proyectarse en la Bahía de Cádiz. Y este proyecto de organización en base a una creación de riqueza es el principio de la modernidad.

-¿En qué se adelantó en el urbanismo con respecto al resto de España ?

-Hay cuatro proyectos de ordenación de la ciudad en la España de la segunda mitad del XVIII que son Madrid, Barcelona, San Sebastián y Cádiz. En Madrid, las ordenanzas hablaban del ornato; en Barcelona, una comisión de médicos teorizaron sobre la salubridad. En San Sebastián, se busca la uniformidad en las fachadas del casco viejo tras la destrucción por los ingleses. Pero Cádiz es distinto, pues no puede crecer y se plantea la construcción en altura porque es necesario controlar el comercio marítimo. Pero al mismo tiempo es capaz de llevar a la práctica un proyecto de ordenación territorial, cosa que nunca había pasado antes en Europa.

-Usted no es arquitecto, pero el Colegio de Arquitectos de Madrid le acaba de nombrar colegiado de honor...

-Uno que se ha dedicado toda la vida a estudiar una serie de temas desde fuera, siente orgullo de que a alguien le pueda interesar. Antes los obreros se jubilaban y le regalaban un reloj y con esto siento como si llevara colgado aquel reloj.

-Precisamente ha estudiado la vivienda social. ¿Cómo ha evolucionado?

-La política de vivienda que se planteó antes de la guerra tuvo dos fases, uno de viviendas familiares y casas baratas, hasta que se entiende que políticamente es más correcto fomentar la sociabilidad. Y los años anteriores al fin de la guerra el problema fue definir la cédula y entender cómo maclar para configurar el bloque, y la unión de varios bloques a la ciudad. Pero todo ha cambiado, el concepto y el acceso a la vivienda. Vivimos en un país donde la obsesión es comprar vivienda porque nos lo han metido. Y hemos perdido mucho pero ahora vivimos con una calidad de vida que no hemos tenido nunca. La vivienda, a su vez, va unido al concepto de transporte colectivo y no colectivo, al espacio verde y no verde. No es más que una pieza en todo este juego.

-¿Qué opina de la política de vivienda social actual?

-¿Es necesario plantear una política de vivienda en venta? No, bajo ningún concepto. ¿Y de alquiler? Sí, pero según cómo. Un alquiler bajo para toda la vida no lo veo. Si unos jóvenes empiezan una vida en común y empiezan a ganar poco, pues bien, pero dentro de cinco años ya estarán mejor y no pueden pagar lo mismo. La picaresca es malísima y contra la picaresca hay que actuar.

-Entonces, ¿están mal planteadas en España?

-Sí claro que están mal, aunque ya se está planteando en varias ciudades que los alquileres no sean proporcionales al sueldo, sino progresivamente proporcional a los ingresos. Por otra parte, bajo ningún concepto entiendo que se descapitalice la ciudad para que alguien haga negocio a mi costa. En vivienda social sólo entiendo la política de alquiler. Hay muchos más partidos populistas que los que dicen que son y vender una vivienda a un precio barato con suelo del ayuntamiento es populista. Reclamemos sensatez, pero claro, esto significa trabajo burocrático. Estoy también en contra de los que no ofrecen suelo público beneficien a los privilegiados.

-Claro que cada vez decaen más estas políticas.

-Llevamos 40 años de democracia y resulta que hay hijos de dirigentes que han accedido a viviendas sociales. La corrupción se ha generalizado.

-¿Son mejores o peores que la vivienda privada?

-Prefiero las viviendas patrocinadas por la administración, aunque también depende del contratista, el arquitecto, el suelo, etc. Eso no quiere decir que tenga nada contra las otras, pongamos que son igualmente buenas. Creo en la gestión de lo público.

-¿Volverán los grandes derroches de arquitectura?

-Se habla de gran arquitectura como edificios raros. Pero no es esto, sino resolver correctamente un problema. En los 50 se produce un doble fenómeno en la grandes capitales, que viven una llegada masiva de migración del campo y llega la voluntad de crear viviendas provisionales para ellos. En los 60 el régimen franquista traspasa las competencias al sector privado. Así que los arquitectos cuando no quieren trabajar mal para el privado, pasan de hacer vivienda social al monumento. Tan buena es una como la otra.

-¿Cómo dialoga la arquitectura de las nuevas generaciones con los cascos históricos?

-Pues los hay de todo tipo. No es problema de generación. Y para gustos los colores, pero la diferencia entre gustos y colores es que el gusto no se debe justificar, pero la arquitectura sí.

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