España

Reivindicación de España: a la izquierda y desde la Constitución

Reivindicación de España: a la izquierda y desde la Constitución

Reivindicación de España: a la izquierda y desde la Constitución

Repito algo que ya conté en este periódico: en El puente de los espías, Jim Donovan/Tom Hanks es instado por un agente de la CIA (Hoffman/Scott Shepherd) a violar la regla del secreto profesional, con un argumento : "Son cuestiones de Seguridad Nacional. Aquí no hay reglas". A lo que responde Donovan/Hanks: "Usted es alemán de origen. Yo, irlandés de pura cepa. Sin embargo, los dos somos americanos. ¿Qué es lo que nos hace americanos a los dos? Una cosa: las reglas. Se llaman Constitución, y las acordamos entre todos". Spielberg, judío no errante, lo tiene claro: la Constitución democrática da origen a la Nación, a la Patria y a la Ciudadanía. La Democracia es, en resumen, los principios y las reglas.

Con una Constitución, en Democracia, siempre es así: se puede ser vasco de 30 apellidos, como Ainhoa Arteta; o andaluz descendiente de genoveses, salmantinos, vascos, asturianos y alemanes de Bohemia, como es mi caso; o catalán de padres magrebíes -Munir, Mechaal- o de ancestros turco-sefardíes, como Isak Andic; o madrileño de procedencia judeo-alemana, como las Koplowitz… Da igual: todos somos españoles e iguales. Lo dice la Constitución. Nos hace españoles la Constitución, que nos ampara con sus principios y reglas. Somos ciudadanos de España, individuos concretos, portadores de derechos y sujetos a deberes. No somos grey indistinta y amorfa, o sujetos colectivos y virtuales de pueblos históricos y mitificados. Como decía Vázquez Montalbán/Pepe Carvalho, "bastante me cuesta ser un individuo y no confío en los pueblos. Los individuos pueden tener compasión, los pueblos no". (El hombre de mi vida, Booket, 2001, página 22).

Nos hace españoles la Constitución, que nos ampara con sus principios y sus reglas

La Constitución de 1978 dio origen a una nueva España, una nueva Nación. Una Nación de ciudadanos, por primera vez, de verdad y para todos, en la secular historia común de gentes diversas sobre nuestro compartido solar de asentamientos, de mestizajes, de confrontaciones y de convivencias.

España, una Nación nueva desde 1978. Todas las Españas anteriores a 1978 son el pasado. Desde los Reyes Católicos hasta la República; desde Cánovas y Sagasta hasta Franco; desde Carlos V hasta Juan Carlos I; desde Prat de la Riba y Rovira Virgili hasta Tarradellas… Todo eso es el pasado, y solo el pasado. Un pasado, en gran medida, inventado y recreado desde el presente, como demuestran Álvarez Junco, Fernández Díaz o García Cárcel. En 1978, la Constitución recrea España, y España creció "en poder de la Constitución", como decían las antiguas nodrizas, cuando se referían a los niños ("Pedrito nació en mi poder", por ejemplo) a los que habían cuidado y criado desde su nacimiento. Desde 1978, pues, España, sus instituciones, sus símbolos y sus ciudadanos son Constitución. El Rey Felipe VI es Constitución; el Gobierno de la Nación es Constitución; la bandera de España es Constitución; las Comunidades Autónomas son Constitución; la Justicia es Constitución; los partidos políticos y los sindicatos son Constitución; el Ejército es Constitución; la Guardia Civil y la Policía son Constitución; el artículo 155 es Constitución… Todo lo anterior es Historia, o son historias.

En consecuencia: creo que las izquierdas y las derechas constitucionalistas, las instituciones de cualquier nivel y ámbito territorial, y los ciudadanos españoles, libres, tolerantes y compasivos… Todos, todos a una y sin complejos, tenemos el derecho y el deber de defender la España actual, en sus instituciones, sus reglas y sus símbolos.

El 25 de julio de 1976, en Torneo, una revista andaluza de corta vida y escasa tirada, y con el visto bueno de Alfonso Guerra -que era mi jefe inmediato- publiqué un artículo titulado Reivindicar España desde Andalucía. Decía: "España ha sido una palabra y una realidad que durante cuarenta años ha sido patrimonio exclusivo de la derecha. El pueblo ha estado desposeído de ella. Hay que reivindicar también España, porque solo reconquistando España para todos los españoles cada uno de ellos podrá comenzar a ser dueño de su destino en su región, su provincia, su pueblo, su barrio o su centro de trabajo". (Desde Andalucía, Editoriales Andaluzas Unidas, 1986, páginas 256-257).

A partir de 1978, la ciudadanía española es protagonista de la Historia. Hemos reconquistado España y construido una realidad social, económica e institucional nueva. No podemos dejarles el concepto de la nueva España, ni sus símbolos, a unos cuantos. Todos, creo, dejándonos de historias, debemos decir libre y conscientemente su nombre, defender su Constitución y defender la Bandera de la España Constitucional. Son nuestro nombre y nuestra bandera. Otras banderas, por mucho que muchos las añoren, no tienen por qué volver. Más claro: Si algún día se implantara una república en España, ¿no sería su bandera la que decidieran los españoles de ese momento? Ahora, a defender lo que hemos hecho, lo que tenemos y lo que nos pertenece a todos.

Desde Andalucía, y desde la izquierda andaluza, siempre hemos planteado propuestas para todos los españoles, y no solo pensando en nosotros mismos. Ahora, más todavía. Porque tenemos que ser conscientes de que nos jugamos nuestro futuro en libertad, igualdad y solidaridad.

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