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Crónica personal

La desesperación de Sánchez

COMO estaba previsto, habrá nuevas elecciones el 26 de junio. Sánchez le confirmó ayer al Rey que no puede someterse de nuevo a la investidura porque no cuenta con los votos necesarios y Rajoy se sabía de antemano que tampoco estaba en condiciones de aprobarla. Sin embargo, en el último día de la ronda de consultas del Rey, Sánchez hizo un papelón de los que hacen época; dirigentes socialistas de trayectoria importante que hoy se encuentran en segunda línea, no ocultaban su bochorno.

A Sánchez se le escapa la presidencia de las manos, y esa escapada puede suponer el fin de su carrera política. Era tanta la desesperación de Pedro Sánchez cuando llegó la propuesta de Compromís (cuatro diputados) de forzar un pacto en el último momento en torno a 30 puntos, que Sánchez no dudó en reunir a su equipo negociador, analizar los tres folios y responder con una contrapropuesta. Porque Ciudadanos dijo que no desde el primer momento ya que no le parecía serio el asunto, que si no Sánchez era capaz de aceptar las condiciones.

Se le nota de lejos la desesperación, que es lo peor que le puede ocurrir a un político. A cualquiera, pero a un político más, sobre todo en tiempos electorales, porque salen a la luz las miserias, la cara más ambiciosa, la que no se pone límites con tal de alcanzar los objetivos personales.

Habrá elecciones, y el espectáculo de las últimas semanas pasará factura. Pedro Sánchez ha jugado al victimismo y sigue jugando al victimismo, y acusa a Rajoy y Podemos de haber bloqueado cualquier salida, incapaz de comprender que es él, Sánchez, el que ha ido de error en error hasta el fiasco final. Nunca asumió el resultado electoral, que no era el ganador y que además había llevado al PSOE a la cota más baja de su historia. En su soberbia, ni siquiera quiso hablar con Rajoy, con el "no es no" como bandera, pero sin embargo trató de desacreditarle por rechazar la propuesta del Rey de ser candidato. Luego culpó a Podemos por impedir un Gobierno de cambio, sin comprender que Podemos jamás aceptaría un Gobierno con Ciudadanos dentro. Y Ciudadanos estaba dentro del paquete porque Sánchez se empeñó, creyendo que como él era el promotor de la operación Pablo Iglesias iba a doblar la cerviz. Lo que es no conocer al adversario, llámese Rajoy o Iglesias; y lo que es no tener la menor experiencia de cómo se debe circular por la procelosa vía de los pactos y las negociaciones en política.

Estos cuatro meses han sido desastrosos para España, con un Gobierno semiparalizado, la economía resentida por la incertidumbre, y un postureo en los nuevos personajes políticos que llenan de pasmo, y de preocupación, a quienes saben de antiguo que la gobernanza es un asunto muy serio, no un juego de niños. Que es lo que se ha visto: frivolidades de algunos que se dicen políticos.

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