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Feria de Abril

Feria de Sevilla o Sevilla de Feria

  • Que esta semana se celebre la Feria de Sevilla no debe asimilarse, sin embargo, a que Sevilla esté de Feria

Viene la bruja a la cita con los conjuros torcidos, o así lo parece, porque no se manifiesta cariñosa en el reencuentro de esta nueva Feria que se abre al carrusel de los días -la metáfora es facilona con los tiovivos en el real-. De higos a brevas de abriles me las veo con ella, para que me alumbre en estas pesquisas sobre feriante materia, tan dada a lo que las cosas son como, más todavía, a lo que parecen. Pero este año mi dilecta bruja anda de capa caída -aunque ella, si acaso, sólo toree estrellas cuando en las madrugadas busca algún aquelarre que la redima de las machaconas vueltas del tren-.

-No vayas a pensar que me vas a tener dispuesta para darte razones de la Feria sin más correspondencia que la de mi maldito quehacer en el título de arriba, con ese El tren de la bruja que no me gusta del todo.

De esta manera tan arisca se presenta mi interlocutora, como si el aprieto de la crisis -¿tiene Montoro cara de brujo mefistofélico?- le llevara a buscarse la vida más allá de los conjuros con poca demanda, porque hasta las brujas televisivas sufren una regulación de empleo. Por lo que ha de dar sablazos de supervivencia, algo distintos, pero con parecida causa, a los que propinan quienes quieren pasar y vivir la Feria con agujeros en los bolsillos. De momento, sólo me ha reprochado que aluda a ella con una condición adjetiva, ya que se destaca el tren: "¿Por qué no dices La bruja del tren en lugar de El tren de la bruja?". Para que con ello le quepa un protagonismo mayor, menos subordinado, aunque sólo sea en la expresión, a la jartura de las vueltas del tren.

Razón no le falta, sin que pretenda regarle el oído porque, al cabo, la bruja se percatará de ello. Ya que tampoco es lo mismo, aunque lo parezca, mentar la Feria de Sevilla que aludir a Sevilla de Feria. Así, con mayúsculas enfáticas para realce mayor, en cada caso, de la categoría y de la circunstancia. Que esta semana, entonces, se celebre la Feria de Sevilla no debe asimilarse a que Sevilla esté de Feria. Y, para caer en la cuenta de qué es Sevilla, si es que resulta posible constreñir su entidad en las lindes de una descripción limitada, se quedan cortos tanto los oxidados conjuros de la bruja del tren como los sortilegios mayores de una maga sabia. Estarán de Feria, por tanto, quienes compartan su naturaleza más o menos próxima a un estado del ánimo para cuya confortación se necesita de los bulliciosos dones de la caseta en la concelebración festiva.

La bruja me mira de reojo y creo que va a ser más complaciente.

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