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Dispositivo de seguridad

Una feria videovigilada

  • Hay más cámaras y detectores de metales para requisar armas

La Unidad de Caballería de la Policái Nacional, en la Feria de Abril del año pasado.

La Unidad de Caballería de la Policái Nacional, en la Feria de Abril del año pasado. / juan carlos vázquez

La Feria de 2018 será una de las más blindadas de la historia. Atrás quedan aquellos años en la que la mayor preocupación de las Fuerzas de Seguridad era la botellona que se organizaba en la portada o en la contraportada, y que congregaba a cientos de jóvenes bebiendo sin parar durante varias horas antes de acceder al recinto. Aquellas botellonas masivas ya no lo son tanto y en los últimos años los chicos que beben en la calle se han trasladado a las calles de Los Remedios, buscando quizás algunas zonas más discretas y alejadas de la acción policial. Hoy, la botellona sigue siendo una preocupación, pero no es ni mucho menos la primera para los responsables de un dispositivo de seguridad de la fiesta de una ciudad que, no ha de olvidarse, continúa en el nivel 4 de alerta antiterrorista.

Cierto es que la Feria requiere de un dispositivo no tan exagerado como el de la Semana Santa, ya que todo se concentra en un área mucho más concreta y no en toda la ciudad. Esto hace que se requieran menos esfuerzos a la hora de planificar un plan de vigilancia. Hay medidas que se han aplicado con éxito este año en Semana Santa pero que no tendrían sentido en la Feria, como el sistema de mensajería a través de teléfonos móviles, la iluminación regulable, los altavoces o el cierre de bares, pero se mantendrá una fuerte presencia de policías tanto nacionales como locales y de la Guardia Civil en los controles de tráfico en los accesos y salidas de la ciudad en la parte más próxima a Los Remedios.

Como en los últimos años, habrá cámaras de videovigilancia en el real, pero en esta edición se ha reforzado también el número de equipos. De hecho, ya se pueden ver dispositivos instalados en la Portada. Otra de las novedades es que la Policía llevará detectores de metales portátiles y podrá hacer controles aleatorios a personas para comprobar si llevan algún arma blanca o de fuego. Las segundas no son habituales, pero sí es más corriente que haya grupos de jóvenes que porten navajas o cuchillos. Se intenta así minimizar el efecto de las peleas, que son frecuentes en la Feria, especialmente a altas horas de la noche y en las casetas públicas. En una de estas reyertas, hace nueve años, murió apuñalado un joven de 17 años.

La zona más conflictiva cuando cae la noche es la Calle del Infierno, donde también se han registrado en los últimos años numerosos incidentes. El recinto ferial es un lugar frecuentado por carteristas, especialistas en el robo al descuido que buscan apropiarse de una cartera -sabiendo que la mayoría de las personas que acuden al real llevan dinero consigo- o de un teléfono móvil. Este tipo de carteristas suelen ser itinerantes, es decir, viajan por la geografía nacional de fiesta en fiesta. Busca sitios en los que haya aglomeraciones de público en los que pueda pasar desapercibido y camuflarse entre la multitud.

Muchos de ellos pertenecen a bandas o clanes familiares de Europa del Este y en la mayoría de ocasiones estos delitos son cometidos por mujeres con buena apariencia, que buscan algún pretexto para acercarse a sus víctimas. Puede ser desde solicitarle ayuda con una dirección hasta ofrecerle que colabore con una ONG pidiéndole que firme un documento que lleva en una carpeta. Generalmente no emplean la violencia y lo más probable es que, en el momento en que se dé cuenta de que la víctima sospecha, abandone el lugar en busca de otra persona a la que pueda robar. Aunque dentro de las casetas hay seguridad y es más difícil que se produzcan estos robos, no está de más no mostrar públicamente el dinero ni dejar los teléfonos móviles sueltos encima de la mesa o los bolsos colgados del respaldo de las sillas.

Uno de los focos de tensión que sigue vivo es el taxi, que el viernes celebró una manifestación de protesta y mantiene un conflicto abierto con el Ayuntamiento. No hay que olvidar lo ocurrido el año pasado, cuando ardieron diez coches que habían venido a reforzar el servicio de la empresa Cabify en la Feria de Abril. El incendio se produjo en un hotel rural de Castilblanco de los Arroyos y, un año después, continúa sin esclarecer. Lo que sí se sabe es que fue provocado y con hasta nueve focos simultáneos. El caso sigue bajo investigación del juzgado de Instrucción 8 de Sevilla, que recientemente ha decretado el secreto de sumario.

En los últimos días ha habido varias reuniones en el Ayuntamiento para tratar de impedir incidentes como los del año pasado. Movilidad ha habilitado un lugar para recogida y descarga de clientes de los vehículos de transporte concertado (VTC) en la contraportada de la Feria de Abril, tratando de que haya los menos roces posibles entre estos coches y los taxis.

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